Nueva cultura del Agua

El agua ha sido considerada comúnmente como un recurso renovable, cuyo uso no se veía limitado por el peligro de agotamiento que afecta, por ejemplo, a los yacimientos minerales. Los textos escolares hablan, precisamente, del “ciclo del agua” que, a través de la evaporación y la lluvia, devuelve el agua a sus fuentes para engrosar los ríos, lagos y acuíferos subterráneos… y vuelta a empezar.

Y ha sido así mientras se ha mantenido un equilibrio en el que el volumen de agua utilizada no era superior al que ese ciclo del agua reponía. Pero el consumo de agua se ha disparado: a escala planetaria el consumo de agua potable se ha venido doblando últimamente cada 20 años, debido a la conjunción de los excesos de consumo de los países desarrollados (ver Consumo responsable) y del crecimiento demográfico, con las consiguientes necesidades de alimentos.

La Conferencia de Mar del Plata, Argentina, celebrada en 1977, constituye el comienzo de una serie de actividades globales en torno al agua que trataban de contribuir a nivel mundial a cambiar nuestras percepciones acerca de este recurso y a salir al paso de un problema grave y creciente que afecta cada vez más a la vida del planeta. Como se señala en el Primer Informe de Naciones Unidas sobre el Desarrollo de los Recursos Hídricos del Mundo: “De todas las crisis, ya sean de orden social o relativas a los recursos naturales con las que nos enfrentamos los seres humanos, la crisis del agua es la que se encuentra en el corazón mismo de nuestra supervivencia y la de nuestro planeta”. Es necesario recordar a este respecto que aunque el agua es la sustancia más abundante del planeta solo el 2,53% del total es agua dulce, el resto agua salada.

La lista de conferencias y acuerdos internacionales que han tenido lugar a lo largo de las tres últimas décadas resulta ilustrativa de la creciente gravedad de la problemática del agua, situándola en el centro del debate sobre el desarrollo sostenible. Así, en el Segundo Foro Mundial del Agua, reunido en Holanda en el 2000, se alertaba de que la agricultura y ganadería consumían el 70-80% del agua dulce utilizada en el mundo, con una responsabilidad muy particular de las técnicas intensivas de los países desarrollados: “para producir un solo huevo en una granja industrial hacen falta 180 litros de agua: esto es 18 veces más de lo que tienen a su disposición cada día los pobres de la India” (Riechmann, 2003). Este crecimiento del consumo ha llevado, por ejemplo, a una explotación de los acuíferos subterráneos tan intensa que su nivel se ha reducido drásticamente. Como advierte Jorge Riechmann (2003), “a escala mundial, algunas regiones agrícolas (como las llanuras del norte de China, el sur de las Grandes Llanuras de EEUU, o gran parte de Oriente Próximo y el norte de África) están extrayendo aguas subterráneas más rápido de lo que el acuífero puede recargarse, una práctica obviamente insostenible”. (…) La sobreexplotación de los acuíferos los daña en muchos casos irreversiblemente, ya por intrusión marina si nos hallamos cerca de la costa (lo que provoca su salinización), ya por compactación y hundimiento de sus estructuras”.

Pero no se trata sólo de las aguas subterráneas: se ha tomado tanta agua de los ríos que, en algunos casos, su caudal ha disminuido drásticamente y apenas llega a su desembocadura, lo cual acaba produciendo irreversibles alteraciones ecológicas: pensemos que muchos peces desovan en el agua dulce que los ríos introducen en el mar y que muchas especies precisan de los nutrientes que esas aguas acarrean. Un caso extremo lo constituye la desaparición del mar de Aral, en el territorio de la antigua Unión Soviética, causada por la desviación de las aguas de los dos ríos que lo alimentaban para irrigar a gran escala el cultivo del algodón, que algunos califican como “la mayor catástrofe ecológica de la historia” (Chauveau, 2004).

Junto a este crecimiento explosivo del consumo del agua se ha producido y se sigue produciendo una seria degradación de su calidad debido a los vertidos de residuos contaminantes (metales pesados, hidrocarburos, pesticidas, fertilizantes…), muy superior a tasa o ritmo de asimilación de los ecosistemas naturales. Son conocidos, por ejemplo, los efectos de los fosfatos y otros nutrientes utilizados en los fertilizantes de síntesis sobre el agua de ríos y lagos, en los que provocan la muerte de parte de su flora y fauna por la reducción del contenido de oxígeno (eutrofización). Unos dos millones de toneladas de desechos son arrojados diariamente, según el Informe de Naciones Unidas sobre el Desarrollo de los Recursos Hídricos del Mundo, en aguas receptoras. Se estima que la producción mundial de aguas residuales es de aproximadamente 1500 km3 y asumiendo que un litro de aguas residuales contamina 8 litros de agua dulce, la carga mundial de contaminación puede ascender actualmente a los 12000 km3, siendo las poblaciones pobres las más afectadas, con un 50% de la población en los países en desarrollo expuesta a fuentes de agua contaminadas.
La Comisión Mundial del Agua ha alertado además del drástico descenso de los recursos hídricos provocado también por la degradación ambiental y, muy concretamente, por la deforestación y la pérdida de nieves perpetuas fruto del cambio climático: la lluvia ya no es retenida por la masa boscosa, ni tampoco en forma de nieve, lo que favorece la erosión y desertización. En el 2000 las reservas de agua en África eran la cuarta parte de las que existían medio siglo antes y en Asia y en América Latina un tercio y siguen disminuyendo mientras crecen la desertización y las prolongadas sequías. Y denuncia que 1200 millones de personas carecen de agua potable, mientras que a 3000 millones les falta agua para lavarse y no tienen un sistema de saneamiento aceptable. Tocamos así un segundo problema: el de los graves desequilibrios en el acceso al agua: como promedio, cada habitante de la Tierra consume 600 metros cúbicos al año, de los que 50 son potables, lo que supone 137 litros al día. Pero un norteamericano consume más de 600 litros al día y un europeo entre 250 y 350 litros, mientras un habitante del África subsahariana tan solo entre 10 y 20 litros (Chauveau, 2004). De los 4400 millones de personas que viven en países en desarrollo, casi tres quintas partes carecen de saneamiento básico y un tercio no tienen acceso al agua potable. En consecuencia, en las últimas décadas del siglo XX hemos asistido a un fuerte rebrote de las enfermedades parasitarias asociado a las dificultades de acceso al agua potable y a carencias en los servicios de salud. La mayoría de los afectados por mortalidad y morbilidad relacionadas con el agua son niños menores de cinco años y como señala el informe de Naciones Unidas sobre el Desarrollo de los Recursos Hídricos del Mundo: “la tragedia es que el peso de estas enfermedades es en gran parte evitable”.

Al propio tiempo, como se señala en la Declaración Europea por una Nueva Cultura del Agua, reproducida en la web http://www.unizar.es/fnca/presentacion1.php, de la Fundación Nueva Cultura del Agua, “el hecho de que más de 1.100 millones de personas no tengan garantizado el acceso al agua potable y de que más de 2.400 millones no tengan servicios básicos de saneamiento, mientras la salud de los ecosistemas acuáticos del planeta están al borde de la quiebra, ha sido el detonante de crecientes conflictos sociales y políticos en el mundo”.

El problema del agua aparece así como un elemento central de la actual situación de emergencia planetaria (Vilches y Gil, 2003) y su solución sólo puede concebirse como parte de una reorientación global del desarrollo tecnocientífico, de la educación ciudadana y de las medidas políticas para la construcción de un futuro sostenible, superando la búsqueda de beneficios particulares a corto plazo y ajustando la economía a las exigencias de la ecología y del bienestar social global (Ver crecimiento económico y sostenibilidad).

Conviene destacar que las posibilidades técnicas para resolver muchos de los problemas que hemos ido mencionando ya están disponibles. Existen, por ejemplo, numerosas técnicas para determinar la calidad de las aguas, los elementos y compuestos tóxicos que pueden tener, los microcontaminantes, basadas en las orientaciones de la OMS de límites permitidos para el agua destinada a la alimentación. También hay tecnologías contrastadas de tratamiento de aguas residuales, depuración de vertidos industriales, etc. Hay tecnologías sostenibles que no sólo procuran disminuir la contaminación, sino que tratan de prevenir los problemas. Y existen unos principios básicos fundamentales recomendados para los proyectos tecnológicos de depuradoras, basados en la máxima reutilización de aguas limpias y semilimpias, reducción de caudales, separación inmediata de residuos donde se producen, sin incorporarlos a las corrientes de desagüe, para tratarlos separadamente, etc.

También en lo que se refiere a impedir el agotamiento de los recursos de todo tipo (aguas subterráneas, bancos de pesca...) las técnicas y los planes de actuación ya están previstos y cuentan con formas de control extremadamente fiables, que van desde la vigilancia vía satélite al análisis genético de las capturas.

Por otra parte, estudios fiables de muy diversa procedencia (PNUD, Banco Mundial…) han mostrado que con inversiones relativamente modestas –apenas 9000 millones de dólares- habría agua y saneamiento para todos. En realidad bastaría con el 5% del gasto militar para lograr la reducción de la pobreza extrema con sus secuelas de enfermedad, hambre, analfabetismo…

Lo que falta, pues, es decisión responsable para llevar adelante los cambios necesarios. Algo que exige impulsar la educación para la sostenibilidad y, como parte de la misma, una Nueva Cultura del Agua: “Para asumir este reto se precisan cambios radicales en nuestras escalas de valores, en nuestra concepción de la naturaleza, en nuestros principios éticos, y en nuestros estilos de vida; es decir, existe la necesidad de un cambio cultural que se reconoce como la Nueva Cultura del Agua. Una Nueva Cultura que debe asumir una visión holística y reconocer las múltiples dimensiones de valores éticos, medioambientales, sociales, económicos, políticos, y emocionales integrados en los ecosistemas acuáticos. Tomando como base el principio universal del respeto a la vida, los ríos, los lagos, las fuentes, los humedales y los acuíferos deben ser considerados como Patrimonio de la Biosfera y deben ser gestionados por las comunidades y las instituciones públicas para garantizar una gestión equitativa y sostenible” (http://www.unizar.es/fnca/presentacion1.php).

El misterio del colapso de las abejas


El año pasado, las abejas mieleras murieron en América del Norte en cantidades sin precedentes. Hasta este mes, nadie parecía capaz de demostrar cuál podía ser la causa.

Lo que se llama "desorden del colapso de colonias" puede devastar una colonia de abejas en cuestión de semanas. Estos insectos vuelan para recolectar polen, pero nunca regresan, o simplemente se debilitan y mueren en las colmenas.

Más allá de los efectos mayores en la cadena alimenticia, las implicancias económicas de estas muertes son inmediatas, porque las abejas son esenciales para la polinización de cultivos por valor de decenas de millones de dólares en América del Norte.

Científicos de la Universidad del Estado de Pennsylvania dijeron haber encontrado una conexión entre el Virus Israelí de la Parálisis Aguda y el desorden del colapso de colonias.

En un llamado a una conferencia la semana pasada, los investigadores señalaron que el virus, junto con otros factores estresantes, es la probable causa del desorden, que ya ha generado la pérdida de entre 50 y 90 por ciento de las colonias de abejas de América del Norte. Fue descubierto en Israel en 2004, el mismo año en que Estados Unidos importó abejas australianas.

El desorden del colapso de colonias también se observó en Polonia, Grecia, Italia, Portugal y España, e informes no verificados aparecieron en Suiza y Alemania. También se reportaron casos en India y Brasil.

David Hackenburg, un apicultor que vive cerca de la bahía de Tampa, en el sudoriental estado estadounidense de Florida, perdió casi 2.000 de sus 3.000 colmenas en apenas semanas el invierno boreal pasado. Desde entonces plantea el tema a investigadores universitarios, burócratas de agencias estatales y políticos electos.

Hackenburg dijo a varios medios de comunicación que nuevos pesticidas sintéticos elaborados en base a nicotina y conocidos como neonicotinoides, o neonics, son el principal factor que contribuye con esta situación.

Algunos investigadores señalaron a IPS que nuevos estudios incluirán a estos pesticidas como posibles causas.

Organizaciones ambientalistas como el Sierra Club también creen que los alimentos genéticamente modificados podrían estar influyendo.

Un estudio británico más exhaustivo concluyó que cultivos genéticamente modificados combinados con poderosos productos químicos eran perjudiciales para las abejas, las mariposas y los pájaros.

Investigadores del Departamento de Agricultura del nororiental estado de Pennsylvania y otros estados estadounidenses vienen realizando pruebas en base a datos geográficos para comprender la magnitud del problema y para constatar si existen vínculos con el desorden del colapso de colonias.

Pero otros científicos alegan que hay escasa evidencia de que la toxina Bacillus thuringiensis, producida por cultivos genéticamente modificados, sea una de las causas de las muertes masivas de abejas.

Según el Science Daily, un equipo de científicos del Centro Químico Biológico Edgewood y la Universidad de California en San Francisco identificaron un virus y un parásito que son probables culpables de las recientes muertes.

No fue sino hasta esta semana que el Grupo de Trabajo sobre el Colapso de Colonias en la Universidad del Estado de Penn arrojó conclusiones claras sobre cuáles pueden ser las causas.

En julio de 2007, el Departamento de Agricultura de Estados Unidos difundió un plan de acción sobre el desorden del colapso de colonias que declara: "La estrategia actual para abordar (este mal) involucra cuatro componentes principales: 1) encuestas y recolección de datos; 2) análisis de muestras; 3) investigaciones guiadas por hipótesis y 4) acciones preventivas y de mitigación".

Mariano Higes, científico radicado en la central ciudad española de Guadalajara, concluyó que las abejas europeas que sufren desorden del colapso de colonias son víctimas del hongo Nosema ceranae.

El equipo de investigadores liderado por Higes estudia este tema desde 2000 y así pudo descartar cualquier otra causa. Científicos de Estados Unidos declararon que aunque ése puede ser un factor, no es el único que genera el desorden.

Eric Mussen, experto en apicultura de la Universidad de California Davis, cree que pequeñas variaciones en el estado del tiempo causadas por el cambio climático podrían afectar el agua, el néctar y el polen de los que dependen las abejas. Mussen también alega que las abejas tienen muchos virus, pero son sus sistemas inmunológicos debilitados los que las vuelven susceptibles a la muerte.

Los primeros casos se hicieron públicos a fines de 2006. Desde entonces, las especulaciones varían acerca de las causas, yendo desde una diversa serie de teorías que incluyen los nuevos pesticidas, los cultivos genéticamente modificados, los productos agrícolas, el cambio climático, los virus y los teléfonos celulares.

Se calcula que, en los años 40, en América del Norte había cinco millones de colonias de abejas administradas. Ahora hay apenas unos dos millones. Las condiciones climáticas adversas y los huracanes también contribuyeron con las fuertes pérdidas de colonias de abejas en los últimos años.

Por ejemplo, la temporada de almendras comienza en febrero para las abejas. Es una estación fría en América del Norte, lo que puede afectar su resistencia. La economía de la temporada de almendras es particularmente lucrativa para los apicultores.

La cría migratoria de abejas también está muy difundida en Estados Unidos. Los apicultores ganan más dinero alquilando abejas para la polinización que con la producción de miel.

A menudo los apicultores trasladan sus colonias a Florida, Texas (sur), California (oeste) y otros estados. La cría migratoria de abejas se implementa en Estados Unidos desde 1908.

El cambio climático también podría ser un factor en el debilitamiento de las abejas y ha afectado la polinización de cultivos en muchas áreas agrícolas de América del Norte.

El valor de los cultivos para los cuales las abejas son las principales polinizadoras se calcula en el entorno de los 15.000 millones de dólares en Estados Unidos. Solamente la industria de las almendras, que depende de la polinización de las abejas, vale 1.500 millones de dólares.

Las abejas mieleras no son nativas de América del Norte. Aunque las plantas autóctonas pueden sobrevivir sin ellas, la polinización de las abejas es fundamental para cultivar frutas y verduras como manzanas, cerezas, tomates, zapallitos y muchos otros cultivos.

"Ciertamente está ocurriendo algo en Estados Unidos, y es difícil decir si se debe a una bacteria o a un hongo. Es difícil detectarlo con los métodos actuales", explicó a IPS Leonard Foster, profesor asistente de bioquímica en la Universidad de Columbia Británica.

"Podrían ser varios factores combinados, pero son difíciles de verificar en este momento: cambio climático, antibióticos o el uso de pesticidas donde las abejas puedan posarse. Tenemos varios antecedentes históricos que muestran que hay fluctuaciones en las colmenas cada siete u ocho años, que son afectadas por las condiciones climáticas y los rendimientos de los cultivos. Todavía es demasiado pronto para sacar conclusiones", agregó.

"En los últimos tiempos no hemos oído mucho, dado que estamos en verano. Las pérdidas parecen estar asociadas con el invierno, dado que es el fin natural del ciclo de vida de una colonia", dijo a IPS Troy Fore, presidente de la Federación de Apicultores Estadounidenses.

"Yo me entero por los apicultores, pero muchos fueron perjudicados a comienzos del año. Las colonias afectadas no son tan productivas. Pero todavía no tenemos un arma humeante", concluyó.

¿Al Gore defiende el medio ambiente?


El ex vicepresidente yanqui Al Gore ha sido uno de los ganadores del Premio Nobel de la Paz 2007 «por sus esfuerzos por construir y divulgar un mayor conocimiento sobre el cambio climático». El premio fue compartido con el Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC), de las Naciones Unidas, que reúne a 2500 científicos, entre ellos 50 argentinos. Pero, como tantas veces, el premio Nobel viene con trampa.

Los científicos del Panel atribuyeron el calentamiento global a actividades humanas en 90% y pronostican un alza de la temperatura media del planeta en 2100 de entre 1,1 y 6,4 grados, y confirmaron que inundaciones, sequías y hambrunas se intensificarán a raíz de los daños ecológicos si los gobiernos no adoptan medidas para proteger el medio ambiente. Los científicos evidentemente merecen el premio.

Gore merece el Nobel... de la mentira

El principal destinatario del premio, y el único que se publicita, es Al Gore. ¿Al Gore defensor de la paz? El gobierno de Clinton, del cual fue vicepresidente (1993 al 2000) bombardeó Yugoslavia, Sudán, Afganistán, Irak, Haití, Zaire, y Liberia, utilizando toda clase de municiones destructivas incluidos proyectiles que contenían uranio empobrecido, causando la muerte de decenas de miles de civiles e irreparables daños ambientales.

¿Gore defensor del medio ambiente? En diciembre de 1997 más de 160 países, entre ellos EE.UU., firmaron en Kioto (Japón) un protocolo para limitar las emisiones de CO2. Gore firmó, pero «para la gilada». Pues luego, ni él ni Clinton hicieron nada para que fuera aprobado por el Congreso norteamericano. Por lo tanto Estados Unidos, el país más contaminador del planeta, nunca adhirió.

El año pasado Gore hizo un documental visto por millones de personas: «Una verdad incómoda», que muestra los efectos del calentamiento global. Pero es más lo que esconde. Afirma que “Somos todos responsables”. Oculta que el 20 por ciento de la humanidad, principalmente las multinacionales, cometen el 80 por ciento de las agresiones contra el medio ambiente, o que el consumo de energía de un ciudadano medio del Primer Mundo es 70 veces mayor que uno de los países en desarrollo. ¡En la propia casa de Al Gore se consume 20 veces más energía que en la de una familia media norteamericana!

La trampas del Nobel

¿Pero es sólo que le dieron el premio a un charlatán caradura y mentiroso? Hay algo mucho más peligroso. Gore está entre los que defienden los agrocombustibles. Es decir, que la soja y maíz se usen para producir combustible, y a su vez sustituyan a los cultivos de papas, trigo y arroz, alimentos básicos de cientos de millones de pobres del planeta. Estos monocultivos para biocombustible ya están causando desertificación de grandes superficies, destruyendo bosques, pastizales y tierra de cultivos tradicionales en Latinoamérica, Asia y África. Una deforestación que aumentará las emisiones de gases de invernadero por el drenaje de suelos y la agricultura intensiva, y justamente acelerará el calentamiento global, además de encarecer hasta niveles imposibles de alcanzar para los pobres los precios del pan, harina, hortalizas y otros alimentos.

Por otro lado, en el colmo del cinismo, el imperialismo pretende que organismos multinacionales manejados por ellos controlen áreas del planeta como la Amazonia, arrebatando la soberanía de países pobres para, supuestamente, «defender la ecología».

El destructor es el capitalismo

Lo que está devastando al planeta y a los seres humanos es el capitalismo, con sus multinacionales y gobiernos imperialistas al frente. Es la lógica perversa de un sistema para el cual sólo importan las ganancias para una minoría de super millonarios. El ejemplo muy cercano lo tenemos con la empresa finlandesa Botnia, la cual sobornó al gobierno uruguayo del Frente Amplio para que le permitieran montar su gigantesca papelera, al precio de contaminar el río Uruguay y otros daños ecológicos. Si Botnia tiene ganancias para ellos “no interesa” que produzca en el futuro miles de personas con problemas respiratorios o cáncer de piel.

La contaminación se puede frenar y revertir. El protocolo de Kioto, que prevé una reducción de emisiones de gas CO2 es sólo un pequeño paliativo. Para revertir el profundo deterioro ambiental hace falta un cambio revolucionario en la forma de producir, transportar, consumir y repartir. Una revolución socialista a escala internacional, que expropie a las multinacionales, derrote al imperialismo e imponga una planificación democrática de la economía al servicio de las amplias mayorías trabajadoras, contemplando el cuidado del conjunto de los seres humanos y de la Tierra como lo que es, el lugar en que vivimos todos.

Biocombustibles que matan


En teoría los biocombustibles son menos contaminantes que los derivados del petróleo. Basándose en esa premisa, Estados Unidos y la Unión Europea se han propuesto alimentar sus vehículos con ellos. Para lograrlo deben remodelar sus cultivos, y además comprar maíz, soja o aceite de palma a los países del Sur. El resultado inmediato es el incremento del precio de estos alimentos, con lo cual se prevé que el hambre aumente a corto plazo. Texto:

El ciudadano corriente asocia la palabra biocombustible con ese nuevo carburante que va a hacer funcionar su coche sin contaminar el medio ambiente. El sucio petróleo negro sustituido por las verdes plantas. En concreto, cuando hablamos de biocombustibles nos referimos a lo que se conoce como biodiesel y como bioetanol. El primero se obtiene del procesamiento de aceites vegetales de la colza, palma africana, soja, girasol o maíz. El segundo es un alcohol que se obtiene del azúcar de la remolacha o caña de azúcar, y también del almidón del maíz, la cebada o el trigo. En la mayoría de países, el biocarburante elegido se mezcla en un porcentaje determinado con el diesel sin necesidad de cambiar los coches, aunque en Brasil desde hace años los coches funcionan con etanol puro. Hasta aquí todo parece muy limpio y ecológico, aunque hay quien asegura que esa visión “verde” no es más que apariencia. Para el Nobel de Química, Hartmut Michel, con los biocombustibles no se ahorran emisiones de CO2 puesto que al fermentar el vegetal sólo se obtiene el 10% de alcohol. Elevar esa proporción al 100% conlleva emplear energía de combustibles fósiles. Así que se acaba emitiendo más CO2 del que produciría simplemente un coche de gasolina.

En la misma línea, Manoel Santos, biólogo y director del suplemento Altermundo , afirma que "entramos de nuevo en una manipulación intencionada, pues con el prefijo "bio" la mayor parte de la gente entiende que es “muy ecológico” y nada más lejos de la realidad. Sería más correcto hablar de agrocombustibles, pues proceden de actividades agrícolas".

El gran problema se plantea ante la necesidad desmedida de nuestros vehículos. Europa desea que en 2010, el combustible que sale por el surtidor lleve mezclado un 5,75% de biodiesel y Estados Unidos un 10% en la misma fecha. Para lograrlo, la UE debería movilizar el 70% de sus tierras de cultivo y Norteamérica un 121% inexistente. La cifras hablan de la irrealidad de esta iniciativa porque todos los sembrados del planeta no serían suficientes para alimentar a los coches occidentales con el 100% de biocombustible. La otra deducción lógica es que si llenamos nuestros campos de plantas para generar carburante, ¿qué vamos a comer?

Hambre a la vuelta de la esquina
Hay a quien le puede parecer exagerado el planteamiento de que emplear biocombustibles desemboque en hambre, pero ya tenemos ejemplos reales de ello. Se calcula que este año ciento nueve millones de toneladas de trigo, en lugar de servir como alimento, han sido desviadas a plantas de producción de etanol. Y si observamos el caso de Estados Unidos, veremos que a partir de que empezó a elaborar etanol empleando maíz, en un año subió el precio de este producto. ¿Cómo se llega a ese punto? Muchos agricultores que plantaban para consumo humano y animal se han pasado al otro lado puesto que les resulta más rentable. Al haber menos semillas para comer, el precio de las mismas sube. El resultado en Estados Unidos es que creció el precio del maíz que comen cerdos, bovinos y aves, con lo cual se incrementaron todas sus carnes, además de sus derivados como leche, mantequilla y huevos. El pollo ya cuesta allí un 30% más. Pero quien está surtiendo al mundo occidental de vegetales para convertir en biocombustibles son los países en vías de desarrollo. Allí las consecuencias están siendo ya devastadoras. Muchos de ellos están abandonando sus cultivos tradicionales para plantar aquellos que producen etanol porque les dan más beneficios. En Brasil se han cambiado los campos de soja, algodón y diversos alimentos por la caña de azúcar. La consecuencia es que sus habitantes ya han pagado tres veces más por sus alimentos en el primer semestre de 2007, que en el mismo periodo del año anterior.

En España no nos quedamos atrás en incremento de precios, y eso que casi no empleamos agrocombustibles -un 1,7% del total-. Ya en agosto los ganaderos se quejaban en los medios de comunicación de que los piensos para sus vacas habían aumentado en un 30% debido al boom de los biocarburantes. Si hablamos del maíz, cuesta un 60% más que en 2006, y el trigo y la cebada crecieron un 50%. Puestas así las cosas, que no sorprenda el incremento que notarán nuestros bolsillos en la recta final de este año. Comenzando por el pan, continuando con la leche, y terminando en las carnes y huevos. Notaremos a escala reducida lo que sufren en el tercer mundo. La Unión de Consumidores de España ya calcula que esta subida prevista en los productos básicos encarecerá 1.200 euros al año la cesta de la compra.

Para Manoel Santos, "están jugando con la vida de la gente. No se pueden dejar de cultivar tierras para alimentos y dedicarlas a engordar la opulencia de los países industrializados. Ya tenemos varios ejemplos que demuestran que la demanda de cereales para producir bioetanol está subiendo los precios, con lo que la gente más pobre no puede comprar alimentos. En febrero de 2007 el precio del cereal subió al nivel más alto de los últimos diez años. Todos recordamos la crisis de México, con enormes movilizaciones populares por el precio de la "tortilla", básica en la alimentación de la población. Las repercusiones están llegando aquí, donde la Federación Gallega de Panaderos ya anunció la subida del pan porque se está disparando el precio del cereal. Calcula que tendrán que cerrar cientos de panaderías sólo en Galicia. Según el Food Policy Research Institute, de Washington, con cada aumento del 1% en el precio de los alimentos dieciséis millones de personas caen en la inseguridad alimentaria. Ese mismo instituto dice que aumentarán los precios hasta un 30% en 2010, con lo que las repercusiones son inimaginables. Da miedo". A todo ello hay que sumar que también hay incrementos en los precios de los alimentos provocados más por el puro temor que por la realidad, y muchos especuladores que han guardado su grano para venderlo cuando suban los precios.

La ecología negra de los combustibles
Para la expansión de los agrocarburantes a gran escala, las empresas requieren más tierra de la usada actualmente, promoviendo lo que se conoce como agricultura a gran escala o industrial. Está comprobado que estas prácticas erosionan el suelo de tal manera, que la FAO ya ha advertido que al ritmo actual desaparecerán próximamente 500 millones de hectáreas de tierras arables. Además la agricultura industrial precisa gran cantidad de agua -emplea el 70% de la que se gasta- y utiliza muchos fertilizantes, una de las mayores fuentes de emisiones de gases de efecto invernadero. La contaminación también aumenta debido a la cantidad de maquinaria y transportes empleados. En concreto hay estudios que demuestran que contamina más producir aceite de palma -empleado para agrocombustible- que petróleo.

Otro de los efectos ya constatados es que se están invadiendo bosques para estos cultivos. A ello hay que añadir que las semillas empleadas para convertir en biocombustible suelen ser trasgénicas, el resultado final es que en las zonas en las que se están plantando están perdiendo biodiversidad, árboles nativos y ecosistemas completos.

Si el coste ambiental no es suficiente, el humano es brutal, como comenta Santos: "La producción a escala mundial de agrocombustibles fomenta el latifundio, evita que las tierras se les devuelvan a los pueblos originarios, a los indígenas, usurpa los recursos hídricos, etc. Son un atentado directo contra los modelos de producción familiar y comunitaria, que son los verdaderamente sostenibles y los que resolverían los graves problemas del hambre en el mundo".

Los campesinos que conservan sus tierras y cambian sus cultivos alimentarios por los dedicados a biocarburantes, pierden sus fuentes de alimento y quedan a merced de las transnacionales, que les surten de semillas y ponen el precio a las cosechas. Y es que estas plantas están genéticamente modificadas para que tengan más azúcar y den más graduación alcohólica al convertirlas en combustible, así que no sirven para comer.

Por qué ahora biocombustibles
De desconocer este combustible hemos pasado a un boom apoyado por los medios de comunicación, desde donde se nos convence de sus virtudes y poco se habla de sus efectos. Los más avispados sugieren que este cambio de apuesta se debe a un inminente agotamiento del petróleo. La ONG Grain -que promueve el manejo y uso sustentable de la biodiversidad agrícola- asegura que tras los agrocombustibles se encuentran las industrias automovilísticas y petroleras, empresas alimenticias, compañías biotecnológicas y empresas dedicadas a inversiones a nivel mundial. Para Manoel Santos "la apuesta real de ir substituyendo paulatinamente la dependencia de los llamados combustibles fósiles por esos agrocombustibles, nace de los poderes financieros internacionales que dominan el mundo -OMC, FMI, Banco Mundial-, de las transnacionales a las que sirven y lógicamente de los países alineados con el Imperio Norteamericano -y también de sus elitistas clubes de ricos como el G-8 o la OCDE-, lo que incluye toda la Unión Europea. Las reservas de petróleo, como todos sabemos, no están en estos países. Pero el por qué de este momento está en el 11-S, que cambia la visión del mundo por parte del Imperio. Es ahí cuando Estados Unidos se da cuenta de que la dependencia del petróleo les puede causar demasiados problemas, porque las mayores reservas están en países del que llaman eje del mal. Esto, unido al factor de que todos los datos indican que la fecha de caducidad de las reservas de petróleo es entre 50 y 80 años, hace que se busquen alternativas a gran escala. Hay que tener en cuenta que hoy Brasil y Estados Unidos controlan más del 70% de la producción mundial de agrocombustibles, así que la alternativa buscada por el Imperio está dirigida a ser quien la controla".

Por lo que los datos nos dicen, no hay futuro verde en los agrocombustibles, que además nos echan en brazos de las mismas multinacionales de siempre. Para muchos, los agrocombustibles sólo son una buena alternativa para la producción comunitaria, para que los campesinos se autoabastezcan en los mercados locales, para que den de beber a sus tractores. Siempre producidos por ellos y para ellos, nunca para alimentar los coches del norte. Otra opción que se consideraría más viable es el alcohol biológico de segunda generación sobre el que ya se está investigando y que procedería de restos de vegetales de poda o desbroce de campos y montes.

Pero el fondo de la cuestión, según Santos, es que debemos "plantearnos a escala mundial el actual modelo energético y de la sociedad consumista en general. Por mucha energía renovable que fomentemos nunca será suficiente si no caminamos hacia la eficiencia en el consumo, hacia el ahorro, hacia el reciclaje de lo reciclable, y hacia un cambio en nuestras demandas ultracapitalistas. Todos hablan de energías alternativas, pero nadie de emplear menos energía. La lucha es contra el neoliberalismo, contra el capitalismo desaforado. Es, simplemente, una lucha por la vida".

Ecologistas y agricultores denuncian que la UE aprobará tres transgénicos potencialmente peligrosos con el voto favorable de España


La Comisión Europea autorizará próximamente tres nuevos organismos modificados genéticamente (OMG), a pesar de que el Consejo de Ministros de Agricultura de la Unión Europea (UE) no fuera capaz de alcanzar ayer una mayoría cualificada para permitir su comercialización. Aunque España votó a favor de la aprobación de estos peligrosos transgénicos, los votos en contra y las abstenciones de otros estados miembro hicieron que no se consiguiera la mencionada mayoría. Amigos de la Tierra, la Coordinadora de Organizaciones Agrícolas y Ganaderas (COAG) y Greenpeace denuncian que la Comisión y el Ministerio de Agricultura aprovechan la coyuntura de subida del precio de los cereales para justificar la entrada de productos que no han demostrado su seguridad.

“Queremos felicitar a los Estados Miembros que han votado en contra de estos OMG, ya que están demostrando su preocupación por el medio ambiente y la salud de sus ciudadanos.” afirmó Juan Felipe Carrasco, responsable de la campaña contra los transgénicos de Greenpeace.

Siguen sin resolverse graves incertidumbres sobre la seguridad general de los transgénicos y más en concreto de los que ayer se sometían a la votación. Dos de los híbridos incluyen la modificación genética Nk603. El NK603, aprobado para consumo humano en la UE, fue analizado recientemente por el Instituto francés CRIIGEN, que encontró claros signos de toxicidad en los datos aportados por la empresa fabricante, la multinacional Monsanto (1). El tercero de los maíces aprobados, conocido como Herculex, ha sido repetidamente denunciado porque los análisis realizados por las empresas fabricantes, Pionner y Dow revelaron signos de toxicidad que exigen nuevas investigaciones (2).

Amigos de la Tierra, COAG y Greenpeace han denunciado reiteradamente a la Agencia Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) por no exigir más investigación antes de dar el visto bueno a nuevos transgénicos y por no tener en cuenta las evidencias sobre sus efectos perjudiciales. Mientras no se produzca una mejora radical de la evaluación de riesgos de los transgénicos, los procesos de autorización deben suspenderse.



“Las instituciones europeas y el Gobierno español no deberían poner en riesgo la salud pública y la protección del medio ambiente para promover los intereses de unas pocas multinacionales agroquímicas”, declaró David Sánchez, responsable del Área de Agricultura de Amigos de la Tierra.

Sin embargo, el contexto global de subida de precios de los alimentos está siendo usado para forzar la entrada de nuevos OMG en los mercados europeos por encima de las consideraciones ambientales o de salud pública. Para Andoni García, miembro de la ejecutiva de COAG “ El voto positivo del Ministerio de Agricultura para estas tres variedades tiene una clara intencionalidad: aprovechar una situación de crisis en los mercados y en los sectores ganaderos para introducir cereales transgénicos sin abordar debidamente las verdaderas causas de la situación de los mercados”



La subida de precios de los cereales se debe, entre otros factores, a la reducción de las cosechas en el hemisferio norte y al aumento de la demanda de cereales de forma significativa de determinados países, lo cual no puede servir de coartada a la Comisión Europea para aprobar nuevos transgénicos, que no resolverán ningún problema y sin embargo suponen un grave peligro. Más, cuando las reformas agrícolas desarrolladas en la Unión Europea, basadas en la liberalización del comercio y la desregulación de los mercados agroalimentarios son una parte importante del problema.

Mientras países como Francia se están planteando vetar el uso de cultivos transgénicos, reconociendo que su diseminación no se puede controlar y que no se quiere asumir ningún riesgo, España sigue cultivando cada vez más OMG. Amigos de la Tierra, COAG y Greenpeace exigen al Gobierno Español que opte por una moratoria en el cultivo de OMG en nuestro país.

El informe "Calidad del aire en las ciudades" suspende a España


Un 75% de los españoles vive en entornos urbanos con alta contaminación ambiental. Madrid es la comunidad que más supera la concentración límite anual establecida para las partículas contaminantes
El informe "Calidad del aire en las ciudades: clave de sostenibilidad urbana" asegura que el 75 por ciento de los españoles vive en entornos urbanos sometidos a altos niveles de contaminación ambiental, la cual reduce la esperanza de vida entre varios meses y dos años en función de la zona.

Según el estudio, presentado hoy en Madrid por el Observatorio de la Sostenibilidad en España (OSE), la calidad del aire dista mucho de ser satisfactoria, sobre todo en Madrid, la comunidad con mayor número de municipios que superan la concentración límite anual establecida para las partículas contaminantes. En el otro extremo se encuentran Palma de Mallorca, Cartagena y Pamplona, las ciudades españolas con más de 100.000 habitantes que tienen el aire más limpio.

El incremento del transporte privado y de la actividad industrial ha conllevado que se sobrepasen los valores límite de las principales partículas contaminantes en muchas ciudades. A pesar de que en términos absolutos el aire haya mejorado gracias a una reglamentación más estricta, la salida de industrias de las ciudades y la disminución de SO2, los valores límite establecidos son "continuamente sobrepasados" y se mantienen los valores altos de forma continuada.

Con datos referidos a 2005, el informe indica que las partículas contaminantes muy finas (por debajo de las 2,5 micras), las "más peligrosas, han aumentado como consecuencia del uso de motores diesel, lo que representa un importante impacto en la salud.

Las partículas finas (menores de 10 micras) muestran una ligera tendencia a la disminución gracias a un mayor control de los procesos de combustión en las ciudades y a que ha habido un cambio de combustibles en detrimento del carbón y a favor del gas natural. Sin embargo, Córdoba, Almería, Jaén, Albacete, Santa Cruz y las madrileñas Leganés, Getafe, Torrejón de Ardoz, Alcorcón y Alcalá de Henares superan el valor límite de concentración media anual -y el 21,7 por ciento de los municipios-.

La tendencia de crecimiento de concentración de ozono es "preocupante" y además las condiciones climáticas del país favorecen su formación en las capas bajas de la atmósfera. Las ciudades que superan la concentración permitida son Málaga, Sevilla, Jerez de la Frontera, Badajoz, Huelva, Leganés, Dos Hermanas, Granada, Logroño, Fuenlabrada, Jaén, Valladolid, Burgos, Albacete, Alcalá de Henares y Torrejón de Ardoz.

También aumenta la concentración de NO2 y son 13 las ciudades que sobrepasan el límite establecido para la normativa de 2010: Córdoba, Zaragoza, Sabadell, Fuenlabrada, Santa Coloma, Leganés, Alcobendas, Badalona, Barcelona, Valencia, Getafe, Madrid y Alcorcón. Cada año, España dedica 16.839 millones de euros a hacer frente a los costes sanitarios derivados de la contaminación atmosférica, una cifra que podría aumentar hasta 45.838 millones de euros, según los cálculos realizados por el Observatorio de la Sostenibilidad en España (OSE).

El informe explica que entre un 1,7 y un 4,7 por ciento del PIB español -lo que supone entre 413 y 1.125 euros por habitante y año- se invierte en gestionar la contaminación atmosférica y sus efectos. El OSE explica que la estrategia europea para reducir la contaminación ambiental costará más de 7.000 millones de euros al año a partir de 2020, sin embargo, el ahorro en costes por mejoras en la salud será de 42.000 millones -seis veces más que el gasto- y se evitarán 140.000 muertes prematuras por la exposición a estos contaminantes.

El petróleo y los alimentos


Un mundo sin petróleo amenaza nuestra posibilidad de acceder a los alimentos. Para muestra un dato: El 17% de la energía consumida en el mundo se utiliza en la producción, distribución y suministro de productos agrícolas. Este porcentaje se divide de la siguiente manera: 4% a la producción; 5% al procesamiento; 8% al transporte y distribución desde la granja hasta los supermercados. [1]

Dado que el común de nosotros se limita a ir al supermercado a comprar sus alimentos, muchas veces no nos damos cuenta de todo el proceso que agotan esos productos antes de llegar a las góndolas de esos establecimientos. No advertimos que la agricultura moderna depende casi totalmente del petróleo.

El motor de gasolina aplicado a los tractores, los camiones, las maquinas cosechadoras, ha reemplazado a la fuerza humana y a la de los caballos, mulas y bueyes como fuente primaria de energía en la granja. Y no solo en la siembra y el transporte esta la dependencia del petróleo en la agricultura: la producción intensiva de los alimentos también esta altamente influenciado por los hidrocarburos.

El uso de fertilizantes y pesticidas derivados de productos petroquímicos han servido de bujía esencial para que la agricultura dejara de ser una actividad familiar para convertirse en una industria y abastecer la alta demanda de una población que ha crecido vertiginosamente en el último siglo.

El uso de fertilizantes y pesticidas comenzó en el año 1950. A partir de esa fecha la demanda de fertilizantes creció de 13 millones a 150 millones de toneladas en el año 2005 y la de pesticidas paso de 90,000 kilos en 1950 a 3,200 millones de kilos en 2005, según el Informe sobre Pesticidas y Fertilizantes de la Agencia para la Protección del Medio Ambiente.

La mecanización de la agricultura, el uso de fertilizantes y pesticidas derivados del petróleo, así como la introducción de avances en las técnicas de cultivo, han disparado la producción alimentaria, a la vez que han reducido la cantidad de mano de obra humana en la granja.

En un articulo publicado recientemente en la revista Science, titulado "The Mechanization of Agriculture" (La mecanización de la agricultura) se arroja el siguiente dato: "En 1850, un solo agricultor generaba alimentos suficientes para mantener a cuatro personas. En la actualidad, un solo agricultor genera alimentos en cantidad suficiente para mantener a setenta y ocho personas. La productividad agrícola aumento un 25% en los años cuarenta, un 20% en los cincuenta, un 17% en los sesenta, y mas del 28% en la década de los ochenta."

Ese aumento de la productividad agrícola se ha hecho a costa de incrementar la cantidad de petróleo consumido en el proceso. Según Jeremy Rifkin en su famoso libro La economía del Hidrogeno: "Para producir una lata de cereales de 270 calorías, el granjero consume la ingente cantidad de 2,790 calorías para mantener la maquinaria en funcionamiento y obtener los fertilizantes y los pesticidas. Así pues, por cada caloría de energía producida, el tecnificado granjero termina consumiendo diez calorías de energía." (p. 239).

Otro dato mas revelador que el anterior es sacado a relucir por David Pimentel en su estudio titulado "Food, Energy and Society" hecho para la Cornell University, de la ciudad de Ithaca en New York: "Un vehiculo que consume 4 litros de gasolina (un galón) por cada 50 Km.; en diez Km. quema la cantidad de gasolina necesaria para producir una barra de pan". Impresionante.

Un elemento importante es el referente al daño que causa en el suelo el uso de pesticidas y fertilizantes. El suelo se erosiona dada la alta cantidad de estos productos utilizada para aumentar su productividad. La contaminación que se deriva de los fertilizantes es responsable de la mitad de la contaminación actual del agua y de dos tercios de nuestros residuos sólidos.

El uso de pesticidas no es menos dañino, pues contribuyen también a la degradación del suelo. Para que tengamos una idea clara de lo que estamos diciendo, baste explicar que en el suelo habitan millones de bacterias microscópicas, hongos, algas y protozoos, así como gusanos y artrópodos que tienen la tarea de mantener la fertilidad y la estructura del suelo. Los pesticidas al destruirlos aceleran su proceso de agotamiento y erosión.

Los seres humanos consumimos cada vez mas energía para producir alimentos, pero esta producción es siempre menor al consumo. Según C. Ponting en su libro Historia Verde del Mundo: "En las dos primeras décadas de intensa explotación agrícola basada en productos petroquímicos que vinieron después de la Segunda Guerra Mundial, el consumo total de energía en el sector agrícola aumento un 70%, pero la producción alimentaria solo creció un 30%."

Como hemos visto el crecimiento de la producción agrícola, a través de la mecanización y el uso de fertilizantes y pesticidas, ha llevado consigo un aumento significativo del consumo de petróleo generando mayores emisiones de CO2. Lo que nos deja con una conclusión preocupante dadas sus implicaciones: la agricultura intensiva es uno de los principales agentes para el calentamiento global.

Conclusión confirmada por Rifkin en su ya mencionada obra con el siguiente dato: "Para responder a la demanda anual de carne de una familia media de cuatro personas es necesario consumir mas de 984 litros (260 galones) de combustibles fósiles. La quema de estos combustibles libera en la atmósfera 2,25 toneladas adicionales de CO2, la misma cantidad que emite un vehiculo medio en seis meses de funcionamiento normal." (op. Cit. Pág. 244).

Dado este panorama estamos ante la grave perspectiva de que los costos para la producción de alimentos aumente en tal magnitud que cuando entremos en la época en que la producción petrolera llegue a su techo, cientos de millones de seres humanos no estarán en condiciones de adquirir los alimentos necesarios para garantizar la propia subsistencia y la de sus familias. Esto sin contar con que actualmente hay 854 millones de personas que padecen de hambre y desnutrición.

Ciertamente, la humanidad esta hoy enfrentada a problemas que amenazan su propia existencia. Decir que el fin de la especie humana esta cerca, seria un gigante acto de alarmismo, los seres humanos todavía estamos a tiempo de salir victoriosos ante estos retos. Indudablemente, a la civilización humana como hoy la conocemos le quedan pocas décadas. Probablemente en el último tercio de este siglo sentará sus bases una nueva civilización que regirá al planeta por los próximos siglos.

Es nuestro deber asegurar primero, que el fin de la humanidad no llegue con el final de esta civilización. Y segundo, tan importante como lo primero, garantizarle a esas generaciones la construcción de su nueva civilización a partir de un mundo en donde la desigualdad, la guerra y la pobreza sean solo capítulos de los libros de historia.

La especie humana esta en peligro. Pero aun puede salvarse y ser mejor.

Juan Carlos Guerra

Cuba, único país del mundo con desarrollo sostenible, según WWF


De acuerdo con el informe, que WWF elabora cada dos años y por primera vez se presentó en la capital china, si las cosas siguen como en la actualidad, hacia 2050 la humanidad necesitaría consumir los recursos naturales y la energía equivalentes a dos planetas Tierra.

Se trata de un círculo vicioso: los países pobres producen un daño per cápita a la naturaleza mucho menor, pero a medida que se van desarrollando -y en esta tesitura están China o la India- el índice va aumentando a niveles insostenibles por el planeta.

WWF ha elaborado en su informe un gráfico en el que sobrepone dos variables: el índice de desarrollo humano (establecido por la ONU) y la llamada 'huella ecológica', que señala la energía y recursos por persona que se consumen en cada país.

Sorprendentemente, sólo Cuba tiene en ambos casos niveles suficientes que le permiten ser designado un país que 'cumple los criterios mínimos para la sensibilidad'.

'No significa, por supuesto, que Cuba sea un país perfecto, pero sí que es el que cumple las condiciones', destacó en respuesta a una pregunta de Efe, Jonathan Loh, uno de los autores del estudio.

'Cuba alcanza un buen nivel de desarrollo según la ONU gracias a su alto nivel de alfabetización y una esperanza de vida bastante alta, mientras que su 'huella ecológica' no es grande al ser un país con bajo consumo de energía', añadió Loh, quien presentó el estudio en Pekín.

De hecho, la región latinoamericana en general parece ser la que se encuentra más cerca de la sustentabilidad, ya que otros países como Brasil o México están cerca de los mínimos necesarios, frente a la situación de regiones como Africa (con bajo consumo energético pero muy subdesarrollada) o Europa, donde se da el caso inverso.

'No sé exactamente a qué se debe este hecho (la buena situación de Latinoamérica), pero sí se puede dar uno cuenta que es allí donde la gente parece más feliz, y quizá se deba a un mayor equilibrio entre desarrollo y medio ambiente', aseguró el autor del estudio.

Pese a las buenas vibraciones transmitidas por el bloque latino, la situación global que pinta el informe de WWF es desalentadora: por ejemplo, el número de especies de animales vertebrados ha descendido un 30 por ciento en los últimos 33 años.

La huella que deja el hombre es tal que 'se consumen recursos en un tiempo muy rápido, que impide a la Tierra recuperarlos', destacó el director general de WWF, James Leape, quien también participó en la presentación del informe en Pekín.

La 'huella ecológica' del hombre, su consumo de recursos, se ha triplicado según WWF entre 1961 y 2003, por lo que el ser humano ya impacta en el planeta un 25 por ciento más de lo que el proceso regenerativo natural de la Tierra puede admitir.

Hay además un empeoramiento de la situación, a pesar de esfuerzos como el Protocolo de Kioto para intentar arreglarla: en el anterior informe de WWF, publicado en 2004, el impacto del hombre sobrepasaba en un 21 por ciento a la capacidad regeneradora del planeta.

El nuevo informe de la organización coloca en la 'lista negra' de países con alto consumo per cápita de energía y recursos a Emiratos Arabes Unidos, EEUU, Finlandia, Canadá, Kuwait, Australia, Estonia, Suecia, Nueva Zelanda y Noruega.

El hecho de que el informe se haya presentado en China muestra la importancia que WWF da al futuro de la economía asiática, pues la forma en que escoja desarrollarse 'es clave para que el mundo avance hacia el desarrollo sostenible'.

Pese a que China es por ejemplo el segundo mayor emisor mundial de gases contaminantes, debido a su gran población su 'huella ecológica' per cápita es, como en el caso de la India, muy baja en comparación con los países del Primer Mundo.

El experto Jiang Yi, de la universidad pequinesa de Tsinghua, apuntó en el acto celebrado en Pekín que una de las claves para mejorar el consumo de recursos y energía en China es 'desarrollar un sistema rural de equilibrio energético' e investigar alternativas de calefacción y aire acondicionado para las casas chinas.

El tema no es baladí en un país donde, con las altas temperaturas veraniegas, los aires acondicionados causan enormes déficits energéticos y apagones en las zonas más desarrolladas de China, especialmente en el delta del río Yangtsé.

¿Cómo ahorrar energía?


Apagar las luces encendidas al salir de una habitación, y apagar las luces en habitaciones desocupadas. Sea en la casa o en el trabajo, tener luces encendidas innecesariamente aumentan mucho el consumo general.
Reemplazar las ampolletas o bombillas incandescentes por fluorescentes o de bajo consumo.
Dormir o hibernar el computador (ordenador). En este modo, el computador consume menos energía, no está apagado y vuelve a ponerse activo sin reiniciar el sistema. También se puede programar el computador para que después de un tiempo sin uso (media hora, por ejemplo), se duerma de manera automática.
Usar eficientemente los electrodomésticos: poner la temperatura del refrigerador (nevera) entre 3º a 5º grados celsius, y el congelador entre -17º y -15º grados celsius. Sobre todo, asegurarse que las puertas cierran herméticamente para evitar el calentamiento. Para chequear el estado de las puertas, poner un papel entre ellas y tirar de él. Si el papel sale fácilmente, debemos pensar en resellar las puertas.
No precalentar o abrir las puertas del horno más de lo necesario.
Con el lavavajillas, usar los ciclos de lavado más cortos y secar los platos al aire libre es una buena manera de reducir su gasto energético.
Enguajar siempre con agua fría en la lavadora, y elegir el programa de lavado ajustado a la cantidad de ropa.
En la secadora de ropa, secar aparte la ropa liviana de la gruesa, y limpiar el filtro después de cada secado. Aunque siempre el secado más eficiente será al aire libre.
El aire acondicionado: tratar de no usarlo en las horas peak (entre las 12 y las 19 horas). Para ello, en la mañana pre-enfría o pre-calienta tu casa u oficina, apagando el AC al mediodía y cerrando las ventanas o cortinas para evitar pérdidas de frío o calor. Si esto no resulta, trata de mantener el aire a unos 23 grados celsius constantemente.
Sellar las ventanas para evitar la pérdida de calor en el invierno y la entrada de calor en el verano.
Desconectar los aparatos que no se utilizan frecuentemente, y apagar completamente los televisores o equipos de audio cuando no se están utilizando. Dejarlos en modo sleep puede gastar el equivalente a una ampolleta o bombillas de 75 watios encendida continuamente. Asimismo, encender impresoras sólo cuando el documento a imprimir está a punto.
Instalar dimmer's, temporizadores o sensores de movimiento en tantas luces como sea posible. Ellos permiten ahorrar energía, ajustando las luces y su intensidad a nuestras necesidades.
Pensando en el largo plazo, comprar electrodomésticos energéticamente eficientes es una buena opción a la hora de renovar los antiguos.

PRINCIPALES PROBLEMAS MEDIO-AMBIENTALES: LOCALES


Contaminación urbana
Está producida generalmente por productos de combustión de automóviles, calefacciones, etc...y reduce la intensidad de radiación que alcanza la superficie.
Está formada por óxidos de nitrógeno (NOx), ozono superficial, compuestos orgánicos volálites (VOC), dióxido de azufre, y materia en suspensión.
Los episodios de contaminación más intensos están asociados a situaciones anticiclónicas, y son más intensos en presencia de radiación solar intensa.



Posee un color entre marrón y amarillo por los óxidos de azufre y nitrógeno. Los niveles de contaminación son medidos por los Ayuntamiento con redes situadas estratégicamente y difunden a la opinión pública los resultados de calidad del aire. Cuando los niveles sobrepasan los límites regulados se dan recomendaciones a los ciudadanos.

Lluvia ácida
El término lluvia o precipitación ácida se usa para designar la deposición de componentes ácidos en la lluvia, nieve, niebla, rocío, o partículas secas.
El agua neutra tiene un pH de 7. Aguas con pH menores son más ácidas, y con pH mayores son alcalinas.
El agua "limpia" tiene un pH de 5.6 porque el CO2 del aire reacciona con el agua para formar ácido carbónico.



El agua con una acidez mayor implica contaminación por óxidos de azufre y/o nitrógeno presentes en el aire. La principal fuente de acidez procede de plantas industriales y de energía y de vehículos.

Aerosoles, invasiones de polvo sahariano, y erupciones volcánica
En física de la atmósfera se denominan aerosoles las partículas sólidas en suspensión. Su importancia sobre el balance energético global (clima) ha ido creciendo en los últimos años.
En lugares no contaminados suelen ser partículas salinas en océanos (aerosoles marinos) y polvo en suspensión sobre los continentes (aerosoles continentales).
Su densidad es muy variable dependiendo de las condiciones meteorológicas. En episodios de tormentas de arena, quemas de biomasa o erupciones volcánicas las concentraciones pueden llegar a ser muy elevadas.



Las tormentas de arena de grandes dimensiones ocurren con cierta frecuencia sobre el Sahara. El polvo en suspensión formado por partículas de diámetros menores de una m m puede ser transportado hasta lugares muy lejanos (América, Escandinavia) en escalas de tiempo de unos pocos días.

Estas situaciones modifican sensiblemente la transferencia de energía en la atmósfera por efectos de dispersión múltiple y absorción (los aerosoles minerales son muy absorbentes) y, en consecuencia, perturban los datos de satélites que observan al nadir (observaciones de la Tierra y atmósfera).
Los procesos de quema de biomasa incontrolada producen concentraciones elevadas de aerosoles en grandes áre as como Africa central e Indonesia durante muchos meses al año.
Algunas erupciones volcánicas emiten miles de toneladas hasta alturas que pueden alcanzar la estratosfera y permanecer en suspensión durante años, como ha ocurrido con el volcán El Chichón (1982) y el Pinatubo (1991)


Actualmente existen satélites que generan productos sobre la distribución global de aerosoles.

La contaminación acústica


Si bien vivimos en un mundo de sonidos sin los que no podríamos concebir la existencia, también es cierto que la contaminación acústica es prácticamente la disfunción ambiental más sentida por los ciudadanos y contra la que protestan más activamente los andaluces.

Las principales ciudades andaluzas presentan unos niveles de ruido elevados como lo demuestra los resultados de un estudio realizado por la Administración andaluza. Este estudio subraya la especial contribución del tráfico a la contaminación acústica del entorno urbano, especialmente en las zonas cercanas a rondas de circunvalación y vías de circulación rápida en general. El tráfico se revela como la principal fuente de ruido ambiental urbano en nuestra comunidad con una contribución global del 75 por ciento.

Otras de la fuentes principales que motiva gran parte del ruido urbano es el producido en lugares de ocio como bares y discotecas, que alcanzan unos niveles de ruido muy altos, especialmente durante las noches de los fines de semana.
Según este estudio, los valores diarios más frecuentes en Andalucía se sitúan entre los 60 y 70 decibelios (A), lo que puede considerarse como un ambiente ruidoso y molesto.

Las perturbaciones sonoras pueden afectar a la salud de distintos modos, localizándose principalmente en el propio oído y en el sistema nervioso. Así, un ruido intenso puede producir un trauma acústico, llegando incluso a una sordera. En lo que se refiere al sistema nervioso, los efectos perjudiciales son diversos: alteración de la función respiratoria, cardio-vascular y digestiva, molestias, irritabilidad, cansancio, fatiga, falta de atención y concentración y, consecuentemente, también disminución del rendimiento.

Si bien el ruido no es un recién llegado a los ciudadanos, en estos últimos años se ha convertido en un huésped permanente y molesto, afectando a un alto porcentaje de la población, siendo uno de los primeros contaminantes.
La Ley de Protección Ambiental de Andalucía requiere que tanto los ayuntamientos como los agentes más directamente implicados en la lucha contra el ruido orienten su planificación urbana y mejoren sus ordenanzas municipales, limitando las instalaciones ruidosas en determinadas zonas de las ciudades y realizando planes municipales de ordenación de tráfico.

Pero no son sólo los ayuntamientos los responsables de este problema, también los ciudadanos pueden y deben contribuir a hacer su hábitat más agradable modificando sus conductas, es decir, no utilizando de forma alocada la bocina del vehículo, poniendo silenciadores a las motos y coches que carezcan de ellos, bajando el volumen de los equipos de música, televisión y radio, no vociferando por las calles o en las casas, eligiendo aparatos y electrodomésticos más silenciosos...

Entre todos podemos hacer que nuestras ciudades sean menos ruidosas y más tranquilas, en definitiva, más saludables. Y como dijo el poeta: “A gritos está mintiendo / la verdad de un corazón / que la esconde en su silencio”.

Planes para prevenir y combatir los desastres naturales

La gestión del medio ambiente no es sólo una ciencia o una práctica para preservar la calidad de vida o la supervivencia de las especies cara al futuro, es también un conjunto de conocimientos que pueden servir para conocer con la mayor antelación posible los desastres naturales que ocurren en la actualidad.

Este es uno de los temas centrales de TEM Tecma 2006, la feria internacional del Urbanismo y Medio Ambiente, que se celebra en Ifema de Madrid hasta el 15 de junio. Dentro de encuentros de profesionales con este fin, ayer arrancó la celebración del primer congreso internacional de Prevención de Conflictos y Desastres Medioambientales, Precedes, así como una serie de mesas redondas, foros y muestras para sensibilizar a la sociedad con la preservación del entorno.

En este congreso se ha dado conocer el anteproyecto de ley de responsabilidad medioambiental. Julián Uriarte, presidente de la Asociación Técnica para la Gestión de Residuos y Medio Ambiente, Ategrus, organizadora de este congreso, ha anunciado la creación de un observatorio internacional de conflictos y desastres medioambientales.

Dentro de la protección del medio ambiente otra cuestión que se está abordando en la feria es la recogida y control de la pilas eléctricas. La Asociación Española de Recogedores de Pilas, Acumuladores y Móviles, Aerpam, animará con la entrega de diversos premios dirigidos a las instituciones con mayor capacidad de recogida de pilas en España, a adquirir mayor concienciación sobre el tema.

Asimismo el sector de la recuperación de la madera tendrá su papel en el certamen, ya que como señala la Asociación Española de Recuperación de Madera, Aserma, con su recuperación se evitaría la tala de muchos árboles, además de que esa práctica proporciona beneficios medioambientales.

En paralelo a este I congreso internacional de conflictos y desastres medioambientales está teniendo lugar un encuentro sectorial sobre la gestión de residuos, aguas y aseo urbano, en el que participan empresas de todos los sectores implicados, desde mobiliario urbano a tratamiento de aguas. Durante el mismo está previsto que 25 pymes iberoamericanas mantengan entrevistas con 75 europeas, con el fin de incrementar los lazos comerciales en esta actividad.

El sector de la gestión y depuración de aguas residuales ha crecido en el último año en España un 8,5%, hasta los 830 millones de euros, mientras que el de residuos industriales ha aumentado un 7,8% hasta los 895 millones.

Desertificación


La desertificación es la degradación de las tierras áridas, semiáridas y zonas subhúmedas secas. Causado principalmente por variaciones climáticas Y actividades humanas tales como el cultivo y el pastoreo excesivo, la deforestación y la falta de riego. La desertificación no se refiere a la expansión de los desiertos existentes. Sucede porque los ecosistemas de las tierras áridas, que cubren una tercera parte del total de la tierra, es extremadamente vulnerable a la sobreexplotación y a un uso inapropiado de la tierra.

Según el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, la desertificación amenaza a la cuarta parte de las tierras del planeta, así como a 250 millones de personas y el sustento de más de 1,000 millones de habitantes de 100 países a causa de la disminución de la productividad agrícola y ganadera. Estas personas incluyen muchas de los países más pobres, los más marginados y los ciudadanos políticamente más débiles.

PROBLEMAS MEDIOAMBIENTALES.

La especie Homo sapiens, es decir, el ser humano, apareció tardíamente en la historia de la Tierra, pero ha sido capaz de modificar el medio ambiente con sus actividades. Aunque, al parecer, los humanos hicieron su aparición en África, no tardaron en dispersarse por todo el mundo. Gracias a sus peculiares capacidades mentales y físicas, lograron escapar a las constricciones medioambientales que limitaban a otras especies y alterar el medio ambiente para adaptarlo a sus necesidades.

Aunque los primeros humanos sin duda vivieron más o menos en armonía con el medio ambiente, como los demás animales, su alejamiento de la vida salvaje comenzó en la prehistoria, con la primera revolución agrícola. La capacidad de controlar y usar el fuego les permitió modificar o eliminar la vegetación natural, y la domesticación y pastoreo de animales herbívoros llevó al sobrepastoreo y a la erosión del suelo. El cultivo de plantas originó también la destrucción de la vegetación natural para hacer hueco a las cosechas y la demanda de leña condujo a la denudación de montañas y al agotamiento de bosques enteros. Los animales salvajes se cazaban por su carne y eran destruidos en caso de ser considerados plagas o depredadores.

Mientras las poblaciones humanas siguieron siendo pequeñas y su tecnología modesta, su impacto sobre el medio ambiente fue solamente local. No obstante, al ir creciendo la población y mejorando y aumentando la tecnología, aparecieron problemas más significativos y generalizados. El rápido avance tecnológico producido tras la edad media culminó en la Revolución Industrial, que trajo consigo el descubrimiento, uso y explotación de los combustibles fósiles, así como la explotación intensiva de los recursos minerales de la Tierra. Fue con la Revolución Industrial cuando los seres humanos empezaron realmente a cambiar la faz del planeta, la naturaleza de su atmósfera y la calidad de su agua. Hoy, la demanda sin precedentes a la que el rápido crecimiento de la población humana y el desarrollo tecnológico someten al medio ambiente está produciendo un declive cada vez más acelerado en la calidad de éste y en su capacidad para sustentar la vida.