Especular con el hambre


La crisis de los precios de los alimentos es el resultado de permitir libremente que se pueda practicar con ellos el juego de la oferta y la demanda. Y con la comida no se juega repetía mi abuelo. Por un lado, la demanda de los granos básicos sube a consecuencia del aumento de la población mundial, de la mayor demanda de proteína animal (carne, leche y huevos) que parece que solo sabemos obtenerla mediante la ganadería intensiva, dependiente del grano, y por la aparición en el campo de juego de los agrocombustibles. Mientras, la oferta de grano ha bajado este año y se prevén futuras malas cosechas derivadas del cambio climático.

La situación no es estacional y podemos pronosticar que en los próximos años la demanda superará a la oferta, y esto --¡atentos!-- lo saben los capitales financieros.

En una economía capitalista desregulada los alimentos son moneda de especulación. El trigo, el maíz o el arroz se está negociando bajo modalidad de contratos de futuros en las bolsas de Chicago o Nueva York. Es decir, se acuerda hoy la compra de unas toneladas de grano a un precio y fecha determinada, esperando por parte del comprador, que la evolución de los precios sea a la alza. Especulando con la comida de los demás, los precios siguen su escalada: la tortilla de maíz en México, la leche en Europa o el arroz que se ha disparado a máximos nunca vistos, lo cual supondrá un grave problema para los 2.500 millones de asiáticos que dependen de este cultivo.

Si bien estas inversiones inmorales solo estaban al alcance de grandes capitales financieros, la prensa económica ya anuncia en España fondos de inversión para particulares ligados directamente a los productos agrícolas. Les ayudo con el slogan: "Fondos tragaderas, cuanto más hambre más ganancias".

La patata incomestible


Después del trigo, maíz y arroz, el alimento que sostiene a la población mundial es la patata. Por ello, Naciones Unidas ha querido consagrar el 2008 como año de la patata. La importancia de este cultivo es ignorada por algunos gobiernos de la Unión Europea, como el español, que pueden decidir en breve la aprobación de la patata transgénica: el nuevo engendro del laboratorio Basf.

Hemos oído hasta la saciedad que los transgénicos venían al mundo para luchar contra el hambre. Pues mentira: esta patata ha sido concebida para la producción de papel y quizá (hay dudas sanitarias al respecto) para la alimentación del ganado.

Si se aprueba la ciberpatata, se agudizarán los conflictos por la tierra. Por un lado, los pequeños agricultores que quieren producir alimentos; por otro, las agroindustrias sustrayendo tierras para cultivar capital. Ya conocemos las consecuencias que están provocando los agrocombustibles. Ahora aparece este nuevo peligro: la patata incomestible. Y en la Tierra no hay más tierra de la que hay

Nostalgia del Futuro

Es el 12 de julio de 1562. Fray Diego de Landa en un Auto de Fe, arroja a las llamas, miles de códices y manifestaciones culturales que consideró heréticas. El inquisidor maldice a Satanás mientras el fuego crepita y devora implacablemente ocho siglos de civilización maya. Alrededor de la hoguera, los habitantes del pueblo de Maní aúllan cabeza abajo. Su tribunal religioso convertido en Inquisición ordinaria, mata esa noche a 6.330 nativos que colgados de los pies reciben baños de cera hirviente mientras crecen las llamaradas y crujen los libros, como quejándose. "Hallámosles gran numero de libros de estas sus letras, y por que no tenían cosa en que no hubiese superstición y falsedades del Demonio, se los quemamos todos".

Un siglo después, los sobrevivientes de la crueldad, reescribieron en el idioma del conquistador el Chilam Balam. En ese libro sagrado se encuentra una profecía que anuncia "En el trece Ahau al final del último katum, el itzá será arrollado y rodará Tanka, habrá un tiempo en el estarán sumidos en la oscuridad y luego vendrán trayendo la señal futura los hombres del sol; Despertará la tierra por el norte y por el poniente, el itzá despertará".

Los Señores del Tiempo

La casta llamada Ah Kin, fueron científicos mayas que, utilizando la astronomía y la matemática, crearon el más complejo y exacto instrumento para medir el tiempo en tres dimensiones simultáneas: el Sagrado o Tzolkin de 260 días, el Civil o Haab de 365 días y la Cuenta Larga de 144.000 días. El artefacto calendárico –a modo de un reloj- posee un principio y un final. Los dos primeros se repiten una y otra vez en una secuencia circular. La Cuenta Larga, iniciada en el año 3114 AdC y signada por los grandes acontecimientos del universo, aun no ha concluido.

El Reloj del Fin del Mundo

Existe un reloj que hace más de sesenta años transita hacia la medianoche del mundo. Se encuentra en la Universidad de Chicago y su minutero se mueve al pulso de los acontecimientos de la humanidad. El punto más cercano fue en 1953, el momento en que Estados Unidos y la Unión Soviética desarrollaron la bomba de hidrógeno. El punto más lejano de la medianoche fue en 1991, año en que se declaró oficialmente el fin de la guerra fría.

En enero de 2007, el consejo conformado por científicos de todo el orbe y 18 Premios Nobel - nuestros Ah Kin - adelantaron el reloj dejándolo a 5 minutos de la hora final. Los guardianes del reloj expresaron que “como ciudadanos del mundo, tenemos la obligación de alertar de los peligros que prevemos si los gobiernos y las sociedades no actúan para evitar el cambio climático que tiene el potencial de acabar con la civilización tal y como la conocemos hoy”.

2012

La Cuenta Larga del calendario maya – decíamos – aun no ha concluido, sin embargo manifiesta una fecha donde culmina: el 21 de diciembre del año 2012; fecha en que, según los escritos mayas, la humanidad deberá escoger entre desaparecer como especie pensante que amenaza con destruir el planeta o evolucionar hacia la integración armónica con todo el universo. Ese año donde aquella lejana civilización calculó que llegaría “el fin del tiempo”, tiene una sorprendente coincidencia en nuestro presente histórico: es el año en que el Protocolo de Kyoto se renueva y con él, la posibilidad de frenar la muerte entrópica del planeta (ecocidio), la muerte por degradación ambiental de poblaciones y etnias (genocidio) y la muerte anticipada de las generaciones futuras (ontocidio).

Para muchos políticos, intelectuales y formadores de opinión, la incertidumbre en torno a los sucesos del futuro sigue siendo el argumento central que justifica medir con indulgencia el modelo dominante de apropiación de la naturaleza y la contaminación ambiental y exculpar a quienes son responsables directos del calentamiento global. Insistir en ese escepticismo es ya una aberración. La manera en que tanto sociedades y dirigentes del mundo enfrenten la controversia ecológica hoy, tiene un efecto directo en las perspectivas futuras de un gran segmento de la humanidad. El futuro no existirá para el 40% más pobre de la actual población mundial (2.600 millones de personas) ni tampoco para las futuras generaciones. Permitir que esa tragedia siga su curso sería un crimen político digno de ser catalogado hoy como el mayor ultraje a la especie humana y su entorno vital. Representaría la primera y última violación de los derechos humanos con magnitud planetaria y consecuentemente un salto atrás -del que difícilmente logremos volver- en los valores universales que conforman la base sobre la que se edifica hoy nuestra ética civilizatoria.

¿Cree realmente la izquierda progresista en el cambio climático?

En el lobby del Congress House, hogar del Congreso de Sindicatos de Inglaterra, había una bandera de la Campaña de Solidaridad con Cuba con las camisetas del Che Guevara para vender. Un par de Miembros Laboristas del Parlamento, bebían té en vaso de plástico, estaban hablando en voz alta de los grandes pasos que está tomando el presidente Hugo Chávez en Venezuela sobre justicia social. ¿Dónde estaba? En la reunión anual de activistas, investigadores, políticos y pensadores de la izquierda progresista sobre Latinoamérica del 2007 en Londres.

La primera cosa extraordinario que noté en la conferencia, mantenida en Diciembre, fue el número de personas. Cientos y cientos habían venido para escuchar discursos y tomar parte en los talleres con expertos regionales y visitar a líderes comunales y políticos de Latinoamérica. No había vista una aparición tan grande en un evento sobre Latinoamérica en Inglaterra desde mediados de la década de 1990, cuando las políticas económicas neoliberales impuestas por el Fondo Monetario Internacional estaban provocando la devastación y los procesos de paz estaban siendo negociados para terminar con las guerras civiles en Centroamérica.

La segunda cosa extraordinaria de la que me di cuenta fue esta: NADIE MENCIONÓ EL CAMBIO CLIMÁTICO. Revisando la lista de talleres, había sesiones sobre programas anti-pobreza en Venezuela, reforma agraria en Bolivia, violencia contra sindicalistas en Guatemala y el legado del Che y de la revolución Cubana. Pero había un silencio atronador sobre el cambio climático.

Claramente los organizadores no creyeron que el cambio climático mereciera una atención especial, a pesar de la montaña de evidencias de que está teniendo grandes efectos en la región, y amenaza con revertir las ganancias en desarrollo humano de las últimas tres décadas. Muchos de estos efectos y amenazas se han documentado recientemente en el Informe sobre Desarrollo Humano en el Programa de Desarrollo de las naciones Unidas de 2007/08. (2)

Con respecto a la escasez de agua, el informe apunta que el “acelerado derretimiento de los glaciares tropicales amenazará el suministro de agua para poblaciones urbanas, agricultura y producción hidroeléctrica, especialmente en la región de los Andes. Perú, Bolivia, dos de los países más pobres de la región, enfrentan la perspectiva de un descenso dramático en la disponibilidad de agua, especialmente en la estación seca. El cambio climático también es probable que tenga grandes efectos sobre la seguridad alimentaria en toda Latinoamérica. El informe establece que.”En Latinoamérica, la agricultura de pequeños propietarios es particularmente vulnerable, en parte por el acceso limitado a la irrigación y en parte porque el maíz, la base alimenticia en gran parte de la región, es altamente sensible al clima.” Los últimos modelos predicen que las perdidas de los pequeños propietarios de las cosechas de maíz promedian un 10% en toda la región, subiendo a un 25% en Brasil.

El momento más descorazonador para me fue cuando viendo un documental sobre Hugo Chávez realizado por la hija del Che Guevara, Aledia. Chávez mostraba orgulloso como él había usado las reservas de petróleo para financiar la lucha contra la pobreza en Venezuela. Y después apuntó que el futuro era brillante, ya que la compañía estatal de petróleo tenía el potencial de incrementar la producción de petróleo a través de su acceso al cinturón petrolero del Orinoco, que se estima que es una de las reservas más grandes de petróleo del mundo.

Me preocupa profundamente la desigualdad en el reparto de la riqueza en Latinoamérica y comprendo el argumento de que si los países ricos del norte han tenido el privilegio del desarrollo basado en los combustibles fósiles, entonces porque a los países en desarrollo debería negárseles el mismo privilegio. Pero, ¿no deberíamos al menos estar debatiendo en los impactos del cambio climático y las alternativas a una economía basada en los combustibles fósiles y el desarrollo social en una conferencia con el objetivo profesado de ayudar en la lucha por la justicia social? No puedo más que concluir que la izquierda progresista no cree aún realmente en el cambio climático.

¿Qué explica la ausencia del cambio climático en la agenda?

Un factor concierne a la esperanza. Por primera vez en años hay una sensación de esperanza sobre Latinoamérica entre la izquierda progresista. El neoliberalismo está en retirada y gobiernos alineados a la izquierda, están siendo elegidos por toda la región. Chávez está desafiando a los EEUU y a las multinacionales y está teniendo su impacto en la reducción de la pobreza. Bolivia tiene su primer presidente indígena. Pero nada de esto, creo, es una excusa para ignorar el cambio climático.

Un segundo factor es que muchos activistas continúan manteniendo separados los asuntos de desarrollo de lo que ellos piensan como asuntos “medioambientales”. Si estas interesado en combatir la pobreza en las favelas de Río, es bastante normal incluso no considerar el cambio climático como un asunto relacionado. Pienso que hay una necesidad real de que las agencias de desarrollo y activistas por un lado, y organizaciones y defensores del medio ambiente por otro, fusionen su pensamiento para crear un nuevo Humanismo Ecológico, para que el cambio climático y la justicia social sean considerados asuntos interdependientes.

Una tercera, posiblemente un factor más profundo es la negación psicológica. Como individuos, tenemos una capacidad extraordinario de cerrar nuestras mentes a las realidades de asuntos que pensamos son atemorizantes o inabordables. El cambio climático es uno de ellos. Las buenas noticias son que la población de los países ricos está comenzando a superar su negación y aceptar que el cambio climático no está sólo ocurriendo, sino que cambiará nuestras propias vidas y que tienen que adaptarse y enfrentarlo. Las malas noticias es que la mayoría de ellos permanecen en la negación cuando llegas a los países más pobres del mundo. Como apunta un reciente informe de Oxfam, el mundo rico está dolorosamente quedándose atrás en su respuesta a la necesidad para los países en desarrollo de adaptarse a los impactos del cambio climático. (3)

Ha llegado el momento para nosotros de tomar nuestra lucha contra la negación un paso mas allá, y reconocer que el cambio climática es una realidad no sólo nuestra, sino para la población más pobre del mundo en Latinoamérica, el África subsahariana y otros países en desarrollo.

La crisis de los alimentos

El precio de los alimentos es la otra gran amenaza que se cierne sobre la especie humana. En el último año los alimentos considerados materia prima (maíz, trigo y soya) han aumentado sustancialmente. En 2007, el precio del trigo subió un 92%. El maíz un 44% y la soya un 33%.

Las proyecciones para este año no son halagüeñas. Durante el mes de enero, por ejemplo, la tendencia al alza del trigo, maíz y soya se mantuvo. Un bushel de maíz (56 Libras) esta costando ya 5 dólares, lo que representa 67 centavos más que lo que costaba en diciembre. El bushel de trigo (60 libras) anda por los 9 dólares, US$1.13 más caro que a final del año pasado. El bushel de soya (60 libras) cuesta ya 12 dólares, 87 centavos más que en 2007.

El precio de estos tres tipos de alimentos es fundamental debido a que son, junto al arroz, los más consumidos por la humanidad. Más de la mitad de la provisión mundial de alimentos provienen del arroz, trigo y maíz. Según estudios de la FAO, el trigo es el alimento básico de 2500 millones de personas en todo el planeta, aporta más calorías y proteínas a la dieta mundial que cualquier otra clase de cultivo. El trigo ocupa el 17% de la tierra sembrada en todo el mundo.

El arroz y el maíz son los alimentos más consumidos en Asia, América Latina y el África Subsahariana. Constituyen alrededor del 25% del consumo de alimentos en las regiones más pobres del planeta y aportan el 30% de las calorías y proteínas de la dieta mundial.

Cada uno de estos tres alimentos constituye la base del sustento, no sólo físico, sino económico, de alrededor del 70% de la humanidad. El alza de ellos impacta fuertemente en todos los ámbitos, promoviendo así la posibilidad de grandes hambrunas y hasta estallidos sociales.

El crecimiento del consumo mundial, sumado a la merma de la productividad agrícola son las causas fundamentales del alza en los precios de los alimentos haciendo previsible su escasez, de continuar esa tendencia de aumento en la demanda y disminución en la oferta.

El fulgurante crecimiento de países como India y China con poblaciones que llegan casi a un tercio de la demografía global, hace que la demanda de alimentos se acreciente a pasos agigantados. En el año 1995 el promedio de consumo de carne per capita en China alcanzaba las 44 libras anuales. En 2007 esta cifra aumento a 110 libras de carne por chino. Significando un aumento en el consumo de carne en China de casi un 300% en poco mas de una década.

En India, el consumo de trigo per capita en 1995 era de 85 libras. En 2007 ese consumo ya rondaba las 200 libras, equivalente a un aumento superior al ciento por ciento del consumo en doce años.

Del lado de la oferta, la situación es sumamente crítica. Comenzando por los efectos del cambio climático que han mermado la producción de trigo, y en términos generales de toda la producción agrícola mundial. La producción de trigo disminuyó un 15% durante el año pasado debido al aumento de la temperatura registrado en las principales áreas productoras de este importante alimento, sobretodo en Estados Unidos.

La migración de productores de trigo y soya hacia maíz y caña atraídos por las inmensas facilidades que se empiezan a otorgar para la producción de agrocombustibles es otro de los factores que amenaza no solo el precio, sino también, la disponibilidad de los alimentos para consumo humano.

Durante el año pasado, la cantidad de acres disponibles en Estados Unidos para la siembra de trigo disminuyo en 18%, muchos de los cuales pasaron a producir maíz para etanol, lo cual termino por presionar aun más el precio del trigo a nivel internacional. Pero no solo el trigo.

En México la cantidad de maíz que se exportó hacia Estados Unidos, aumentó en un 17%. Ese maíz iba única y exclusivamente a convertirse en materia prima para la producción de etanol. Esta tendencia de los productores agrícolas mexicanos ha terminado por aumentar el precio de la tortilla a niveles astronómicos, lo cual se constituye en un problema de amplio espectro puesto que el maíz es el alimento esencial de casi toda América Latina.

Esta tendencia no parece que va a revertirse. El 1ero. De Enero de este año, Estados Unidos puso en vigencia una ley impulsada por el presidente Bush, cuyo objetivo es estimular la producción de agrocombustibles en todo el mundo, para cual se han trazado la meta de que el etanol constituya el 10% entre las fuentes de energía del mundo (hoy es apenas el 1.4% y ya causa estragos a escala global). Todo ello sumado a que tanto el BID como el Banco Mundial disponen de alrededor de dos mil millones de dólares, en conjunto, para financiar proyectos dirigidos a producir agrocombustibles, sobretodo en América Latina y África.

Otro elemento, no menos pernicioso, que contribuye al alza en los precios de los alimentos es el especulativo. Las agencias financieras que se dedican a realizar contratos de compras de inventarios a futuro, presionan el precio. Estas entidades que hicieron su debut a gran escala con el petróleo, ahora ante la eventualidad de un alza en los alimentos, han puesto la mira allí, comenzando a comprar producciones futuras de alimentos. Un estimado hecho recientemente, establece que alrededor del 30% de la producción de trigo, maíz y soya, para los próximos diez años, ya ha sido contratada por estas agencias.

El panorama en torno a la alimentación de los seres humanos se torna sombrío. El capitalismo salvaje, inhumano y cruel del cual somos victimas esta amenazando seriamente a nuestra especie. Para contrarrestar todo esto hará falta una sociedad movilizada y ciudadanos conscientes que sean capaces de discernir claramente cuales son los retos y los graves peligros que nos acechan. El precio de los alimentos es uno de ellos, tal vez el mas devastador.

¿Revolución Roja Rojita igual a Revolución Verde?

La Revolución Verde es un modelo de producción que se aplicó al agro de muchos países del Tercer Mundo, subdesarrollados, o pobres como se nos ha llamado, después de la segunda guerra mundial. Se fundamentada en el empleo de técnicas de producción basadas en la selección genética, el riego, el uso intensivo de la tierra, capital (maquinarias y equipos) y de insumos como fertilizantes químicos, pesticidas y herbicidas que llevarían a aumentar de manera considerable la producción de alimentos. La justificación, -nada más y nada menos- que el añorado 'progreso' que llevaría a resolver problemas como el hambre y la desnutrición, que los ciudadanos de esos países pobres eran incapaces de solventar por ellos mismos por lo que había que acudir en su ayuda, y como siempre los Estados Unidos y las transnacionales al frente de ella.

Más de medio siglo después vemos las nefastas consecuencias de ese modelo sobre los hombres y mujeres del campo, sobre la agricultura de la mayoría de los países donde se aplicó, y sobre la naturaleza: campesinos desplazados a las ciudades, dependencia, costos de producción cada vez más altos, deudas impagables, plagas y enfermedades cada vez más difíciles de controlar, perdidas de los suelos, de la fertilidad y desertificación, contaminación del agua, y por si fuese poco, el problema del hambre y la desnutrición no sólo no se resolvió sino que creció y crece cada vez más.

¿Qué había en realidad detrás de la Revolución Verde? la dominación, la dependencia tecnológica (no era suficiente lo dependiente que ya éramos), el despojo, la anulación y la expulsión del agro de un campesinado que practicaba una agricultura amigable con el ambiente, donde combinaban sabiamente distintos rubros que además de producir alimentos variados para el consumo de sus familias reducía problemas como el ataque de malezas, plagas y enfermedades. Se puede afirmar que esos principios que hoy recogen las buenas prácticas agrícolas (BPA), la agricultura agroecologica, la agricultura orgánica o biológica, la biodinámica, la permacultura, entre otros sistemas de producción, eran aplicados por esos campesinos desde muchas décadas y siglos atrás, pero la revolución verde con sus técnicos, en ese momento, y aún hoy en día, los menosprecia.

Era un campesinado que luchaba por la tierra, que soñaba por una vida mejor, que tenia una autonomía que provenía de no atarse a créditos, a tecnologías (maquinarias, equipos para la producción) y a técnicos, que sin tomar en cuenta sus saberes, quehaceres, expectativas y sus sueños, les decían qué producir, cómo producirlo y para quién producirlo. Productores que no estaban atados al mercado. La revolución verde los obligó a adoptar prácticas desconocidas para ellos, a producir en monocultivo, a depender cada vez más de los insumos, del capital y del mercado y a perder su libertad y sus sueños.

Hoy en Venezuela se vive un proceso político y social que ha tratado de transferir capacidades a sus ciudadanos, particularmente a aquellas mayorías que durante muchos años estuvieron excluidas, y ofrecerles instrumentos políticos y jurídicos como los Consejos Comunales para ampliar sus posibilidades de participación. Muchos de esos hombres y mujeres están tratando de retomar las riendas de sus vidas y sus destinos, y con muchas dificultades se organizan, conforman cooperativas, quieren crear, producir, sentirse útiles, pero lo más importante sueñan y luchan por una vida más digna. Cuesta entonces entender como frente a un problema de abastecimiento de alimentos en el país, atribuible a diversas causas, de las cuales una vez más ellos no son responsables, se aborde la búsqueda de soluciones de manera sectorial y reduccionista. Cuesta entender porqué muchos de los responsables del diseño de políticas, así como de los técnicos que trabajan en la implementación de tales políticas, funcionarios públicos de alcaldías y gobernaciones, no abordan la realidad de la agricultura venezolana con un nuevo paradigma, con un enfoque o una visión sistémica que les permita comprender que se trata de procesos que se inician en el sistema primario y finalizan en el consumo, que lo significativo en cada una de esas etapas son sus actores, su gente, y que es con la participación activa de ellos con los que lograremos alcanzar la Seguridad Alimentaria en el país. Cuesta creer que en los distintos esfuerzos que se realizan para mejorar la producción agrícola se siga adoptando el modelo de la Revolución Verde; que se pretenda llegar a las comunidades subestimando a sus hombres y mujeres y se les ofrezca proyectos que imponen paquetes tecnológicos donde una vez más el agricultor queda excluido de la toma decisiones, y anulado para desarrollar y controlar sus actividades, donde una vez más, pasamos por encima a los principios de producir alimentos respetando a las personas, al ambiente y al consumidor.

Lamentablemente, lo referido es lo que hacen muchos funcionarios de alcaldías y gobernaciones responsables de ofrecer asistencia a hombres y mujeres que se han organizado en cooperativas para la producción, lo que hizo el extinto FONDAFA (liquidado según Gaceta nº 38.863 del 1-2-08), lo que está haciendo, en estos momentos, PDVAL y el Banco Agrícola, al ofrecer planes diseñados en oficinas y créditos atados a paquetes tecnológicos donde en una especie de combo, viene todo, incluyendo herbicidas y pesticidas, se habla de aplicaciones de 'controles químicos preventivos', y el agricultor solo ejecuta. Una se pregunta ¿ese modelo no es el mismo que utilizó la Revolución Verde para doblegar a nuestros agricultores y para profundizar su dominación? Con esta manera de abordar el problema de la producción ¿en qué nos diferenciamos del modo con que la Revolución Verde entró en nuestros campos o las transnacionales se imponen hoy día? ¿Dónde está la participación que permita a nuestros agricultores ser menos dependientes, en este caso del Estado? ¿O es que se trata del puro discurso vacío, y en la realidad no confiamos en ellos? ¿Dónde está la propuesta de una agricultura sustentable? ¿Dónde está la propuesta de una agricultura para el socialismo del siglo XXI? ¿Por qué a nueve años de este gobierno los preceptos de 'sustentabilidad' y 'desarrollo' no se han legislado?

Sensibilidad cubana en materia medioambiental

Cuba acostumbra a cumplir sus compromisos, y cuando no lo hace no es precisamente por falta de empeño. En el recién despedido año -2007- cumplió con creces con la campaña internacional “Plantemos para el Planeta” promovida por Naciones Unidas, ya que se llegaron a plantar en todo su territorio 136 millones de árboles, 1,6 más de los previstos. Sólo otras tres naciones latinoamericanas -Costa Rica, Chile y Uruguay- cumplieron también con su cometido.

El paisaje original cubano era ampliamente boscoso. Según un estudio del geógrafo alemán Leo Waibel, el 64% de la Isla estaba ocupado por bosques. El testimonio histórico del Padre Bartolomé de las Casas viene a corroborar dicho criterio: “Cuba es muy montuosa, cuasi se puede andar 300 leguas por debajo de los árboles”.

Pero, debido al indiscriminado tratamiento de la naturaleza, a partir de la segunda mitad del siglo XVIII el colonialismo económico español fue destruyendo el rico ecosistema cubano.

Muchísimos árboles de madera preciosa -caoba, cedro, guásima, ébano, majagua, ceiba, guayacán, júcaro etc.- fueron utilizados en la construcción de navíos de guerra y mercantes, y en la decoración de edificios -en El Escorial, por ejemplo, o en el palacio real de Madrid-. Paradójicamente, mientras la salvaje deforestación se producía, la Cuba colonial se convertía en la principal compradora de madera de los Estados Unidos.

Después llegaron los yanquis, y el número de ingenios comenzó a crecer de manera vertiginosa. Grandes zonas boscosas fueron arrasadas para sustituirlas por inmensos cañaverales y, siendo la madera el combustible que se utilizaba en los centrales, las talas masivas se fueron sucediendo unas a otras.

La merma arbórea durante los 60 años de dominación norteamericana fue sin duda devastadora. En 1902 la superficie boscosa era del 54% y al triunfo de la Revolución, en 1959, ya sólo abarcaba el 13,4% del territorio nacional.

Hoy se cuenta con el 24,95% -más de 2.700.000 hectáreas-, y se cree que, si se mantiene el actual ritmo de trabajo, se puede alcanzar el compromiso adquirido de llegar a 2015 con el 29% de la Isla cubierta de bosques.

No obstante, como hubo expresado el secretario de la Comisión Nacional de Reforestación, Elías Linares Landa, el porcentaje que se logre alcanzar de aquí a ocho años puede ser mayor “porque [como en otros muchos asuntos] en la tarea están involucrados todos los sectores de la sociedad cubana”.

Así pues, mientras la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación revela que la pérdida anual neta de la floresta mundial asciende a 7,3 millones de hectáreas, en Cuba, como se puede observar, ocurre justo lo contrario.

Por otra parte, conviene recordar que en 2006 -Año de la Revolución Energética en Cuba- se cambiaron todos los bombillos tradicionales por otros de bajo consumo. La entrega gratuita por parte de los trabajadores sociales y la valiosa colaboración de los estudiantes fue realmente ejemplar. También el gobierno entregó ollas y cocinas eléctricas, igualmente de bajo consumo. Para entonces, los viejos ventiladores que tanta energía gastaban habían sido sustituidos por otros más ahorradores y eficientes. Algo después le tocó el turno a los frigoríficos. Los más de 100.000 motores destinados a mover el agua de los acueductos cubanos, también van a ser sustituidos de manera gradual por otros más eficientes y de menor consumo... En cuanto a las grandes y deterioradas termoeléctricas, decir que han sido suplidas por grupos electrógenos.

Se espera que, concluida la instalación del equipamiento, el país produzca 1.320 Mega Wats/hora de electricidad, ahorrándose, además, 1.700 millones de dólares en inversión, así como seis años de trabajo y más de 40 toneladas de petróleo al día.

Estas y otras medidas han permitido –están permitiendo- un ahorro económico muy importante e, indiscutiblemente, el medio ambiente está saliendo altamente beneficiado.

No es de extrañar, pues, que la prestigiosa Fundación para la Vida Silvestre -WWF, en inglés- que controla el medio ambiente global, declarara no hace mucho tiempo que el conjunto de medidas aplicadas por Cuba para proteger el medio ambiente la convertían en el único país de la tierra que cumple con los requisitos mínimos de desarrollo sostenible.

Deberían tomar nota los gobernantes del mundo que, cegados por las grandes fortunas económicas personales, siempre piensan en el consumo y en el mercado, pero nunca en la casa que en ruinosas condiciones nos alberga a todos.

Sin respuesta la gran pregunta de la historia

La pregunta más grande de la historia y mejor formulada, con lógica, argumentos irrebatibles y una carga de humanidad incuestionable ha recibido el mismo tamaño de silencio como respuesta, sin justificación alguna. Eso de “hacerse de la vista gorda” en mucha gente (léase millonarios) anda como plaga, y ahora se le suma la de ser mudo. Cuando la interrogante se hizo, hace cerca de doce años, los medios del mundo desarrollado no le concedieron mucho caso, desde luego se trataba de una complicidad para que los responsables o dueños de tanta “energía negativa” que debían responder por su culpa, no se enfadaran y se sintieran aludidos.

Fidel Castro, en la Cumbre Mundial sobre la alimentación efectuada en la sede de la FAO en Roma el 16 de noviembre de 1996 formuló la pregunta más grande de la historia de la humanidad:

“¿Por qué se invierten 700 000 millones de dólares cada año en gastos militares y no se invierte una parte de estos recursos en combatir el hambre, impedir el deterioro de los suelos, la desertificación y la deforestación de millones de hectáreas cada año, el calentamiento de la atmósfera, el efecto invernadero, que incrementa ciclones, escasez o excesos de lluvias, la destrucción de la capa de ozono y otros fenómenos naturales que afectan la producción de alimentos y la vida del hombre sobre la Tierra?”

Ochenta y cinco palabras tiene la contundente pregunta formulada el siglo pasado y que desde entonces ha recibido mutis y amenaza ser tapada con más silencio. Todo indica que los “señores del mundo” no oyen los discursos en defensa de los pobres y mucho menos canciones.

Era un adolescente cuando escuché por primera ves una canción del brasileño Roberto Carlos con unas estrofas que por mi temprana edad no entendía muy bien /Yo quisiera poder aplacar una fiera terrible/ Yo quisiera poder transformar tanta cosa imposible/ Yo quisiera decir tantas cosas que pudieran hacerme sentir bien conmigo/. Hermosa melodía para un himno de la humanidad que debería ser entonado por los grandes empresarios y “dueños” del mundo que hoy no se inmutan ante el vertedero oceánico.

Los océanos del planeta se han convertido en reservorios de desechos que envenenan a los seres vivos de la tierra y el agua. A los mares, junto con las aguas residuales, que van a parar a la basura y generan los grandes consorcios industriales de los países desarrollados: ¡el colmo hasta residuos radiactivos!

Los científicos consideran que el ochenta por ciento de los contaminantes que invaden la mar provienen de fuentes terrestres. Los seres humanos se pasan la vida fabricando la muerte, su propia extinción orientada por un puñado de negligentes, sedientos de papeles dólares.

La realidad de la contaminación esta en la mente de los hombres que en el afán de riqueza destruyen la naturaleza. Cuanta razón tiene Roberto Carlos al afirmar en su canción que tituló “Progreso” como ironía perfecta / Yo quisiera no ver tantas nubes oscuras arriba/ navegar sin hallar tantas manchas de aceite en los mares/ y ballenas desapareciendo por falta de escrúpulos comerciales/ Yo quisiera ser civilizado como los animales /.



Es triste decirlo, pero hoy el hombre, debiera mirar más a los animales y aprender de ellos la armonía del trabajo y la sostenibilidad alimentaria; aprender como las abejas capaces de hacer uno de los productos mas saludables de la naturaleza, como es la miel, gracias al esfuerzo colectivo exhiben racionalidad, disciplina, inteligencia. Hasta las gallinas, perros y caballos pueden darnos hoy lecciones de convivencia. Los animales apenas contaminan y cuando lo hacen es como consecuencia de la acción de los hombres. Es lógico que el cantor quiera ser como los animales porque nada justifica que tanto verde en la tierra ande muriendo y las buenas aguas de los ríos y los peces desaparezcan.

Fidel Castro como gran humanista que es, hizo la pregunta más grande de la historia en nombre de los millones y millones de hambrientos del planeta y al propio tiempo, en la interrogante, dio la sugerencia de cómo acabar con la miseria. La respuesta a la idea que ofreció tampoco ha llegado. Continúan las inversiones de armas para las guerras en busca del petróleo con el pretexto de matar terroristas. No han respondido la pregunta, y si están a punto de acabar con la humanidad.

Doce años cumplirá el 16 de noviembre de 2008 la pregunta más grande de la historia, nunca es tarde para recordarla y actualizarla. Los medios tan humanos y democráticos del planeta de seguro pueden olvidar el silencio por el bien de la humanidad.

Evitar el cambio climático exige el cambio político

Nadie en sus cabales aceptaría que a los padres de un niño con evidentes señales de maltratos, abusos sexuales, desnutrido y enfermo, se les confirmara su pretendido derecho a la custodia. Ni siquiera en el caso de que se confesaran arrepentidos de los hechos podría alguien que no fuese un canalla, permitir que ese niño siguiera expuesto a los mismos dolores y en manos de los mismos delincuentes, por más progenitores que se digan.

Al margen de las responsabilidades penales que la justicia determinase en el caso, esos padres son los menos indicados para criar y educar a un niño, y cualquier ciudadano sensato, cualquiera con sentido común, estaría de acuerdo en la necesidad de evitarlo, de proteger a ese niño de sus padres.

Pero esa general repulsa que no acepta discrepancias en relación a un menor maltratado y violado por sus propios padres, no se expresa, sin embargo, con la misma lógica y contundencia, respecto a otros maltratos y atropellos.

En relación al cambio climático, por ejemplo, no hay cabales que valgan, ni justicia que intervenga, ni sensatez que hable o común que imponga su sentido.

Los mismos responsables de haber conducido al planeta al calamitoso estado en que se encuentra, de haberlo exprimido hasta la extenuación, de haber generado los cambios climáticos que hoy se lamentan y que, asegura la comunidad científica, apenas son los primeros síntomas del desastre que se avecina, se arrogan el deber y el derecho de reconducir los pasos de ese maltratado, hambriento y enfermo niño.

Y aún van más lejos. Además, nos trazan las pautas de urbana conducta que debemos seguir los ciudadanos para contribuir a evitar el desastre, reciclando basura, economizando agua, ahorrando energía…mientras ellos multiplican los beneficios que les depara la ruina general y sus medios de comunicación hacen apología del más grosero despilfarro, del más absurdo consumo.

La pasada Navidad fue un hermoso escaparate en todo el mundo de hasta qué punto es creíble la buena voluntad de estados y gobiernos en relación al tema del ahorro energético. Vía satélite pudimos ver sobre el planeta los fantásticos destellos luminosos de la navidad en el mundo… en el mundo que no precisa velas. Pero nadie desconfía de la buena voluntad de sus Estados, de las iniciativas de sus gobiernos, de la bondad del modelo de desarrollo impuesto. El menor debe seguir a cargo de sus padres. Ocasionalmente, hasta se le puede entregar a alguno el premio Nóbel.

Los mismos intereses que han convertido la vida en un mercado, que han secuestrado todos los conceptos, que han precintado sueños y prostituido conciencias, que han desatado hambrunas y matanzas que son, al mismo tiempo, oráculos de Dios y del Estado, fariseos que viven de la bolsa, torturadores con licencia, honrados genocidas, se otorgan el deber y el derecho de seguir guiando los pasos de ese maltratado, abusado y hambriento niño.

Y también nos trazan las normas de pensamiento y convivencia que deberá observar la ciudadanía para superar la amenaza terrorista, la amenaza del paro, la amenaza de la droga, la amenaza de la indigencia, la amenaza de la violencia, la amenaza de nuevas amenazas.

Ellos están, precisamente, para preservarnos de todas las demás amenazas.

En eso andaba en estos días George Bush por Oriente Medio, repartiendo dinero, armas y amenazas. En eso sigue el gobierno israelí en los territorios ocupados, repartiendo muertos, muros y amenazas.

Los grandes medios de comunicación se encargan de transmitirnos el relato. La gente, agradecida, asiente y reconoce la importancia del disparo preventivo, la eficacia de la bomba de rutina, lo oportuno de la guerra humanitaria, lo aconsejable que es la paz castrense, y celebra y aplaude la terapia puesta en práctica con ese niño maltratado, enfermo y hambriento.

Nadie pone en duda la exaltación de la mentira o la difamación de la verdad.

Evitar el cambio climático exige el cambio político.

¿O dejamos al niño con sus padres?

El petróleo se pone a cien

El Año Nuevo nos ha traído una sorpresa: por primera vez, el precio del petróleo de referencia en Estados Unidos ha llegado a los 100 dólares. Hemos cruzado el umbral simbólico que todos estábamos temiendo: se acabó la época del petróleo barato y, con ella, el mito fundacional del modelo actual de desarrollo. Ya no es posible creer en el crecimiento económico ilimitado. Dentro de no mucho tiempo, tendremos serios problemas para pagar la factura energética e incluso, poco después, de conseguir un suministro suficiente. La era de la crisis energética ha comenzado.

A más corto plazo, el Año Nuevo también nos ha traído subidas generalizadas de la energía: la electricidad, el gas natural y el butano ya han subido y en cuanto a la gasolina? bueno, la gasolina no para de subir desde hace un par de años. De momento, cada hogar vasco dedica 800 euros al pago de la energía doméstica ?electricidad y gas, sin contar lo que vale llenar el depósito del coche?. No sabemos hasta dónde llegará la factura energética, pero sí sabemos que durante el 2006 la factura subió un 11% (EVE, 2007) a pesar de que el consumo apenas creció un punto y medio. A este paso, el 2009 nos traerá una factura de 1000 euros por hogar.

Que esto iba a llegar, ya lo sabíamos hace tiempo. Los especialistas llevaban tiempo avisando que la producción mundial de petróleo se estaba acercando a su máximo. Ya en 1956, el geofísico Hubbert predijo durante la reunión anual del American Petroleum Institute que la producción total de petróleo de los Estados Unidos alcanzaría su pico a finales de la década de los 60 o a principios de los 70. Cuando en 1970 se confirmó esta predicción, Hubbert alcanzó una gran notoriedad. Los últimos datos colocan el pico de producción mundial de petróleo en el 2010, con el pico de producción de gas unos años más tarde. De hecho, un creciente número de expertos creen que el pico de producción ya ha llegado: especialmente después del huracán Katrina, cuando Arabia Saudita admitió que no podía incrementar su producción para atenuar la crisis por las pérdidas en la producción y el refino sufridas en la zona del Golfo de México. En los últimos tiempos y después de negar la evidencia durante años, gigantes petrolíferos como Chevron Texaco y la propia Repsol-YPF asumen públicamente las predicciones de Hubbert.

El fin del petróleo barato hace pensar en un sombrío futuro en el que la humanidad tendrá que sobrevivir sin la principal fuente de energía que dio impulso a la revolución industrial y que nos ha servido para alcanzar el presente nivel de desarrollo. Muchos piensan que estamos ante el inicio de la crisis definitiva del petróleo. Definitiva porque será la última y la que obligará a efectuar los mayores ajustes y recortes en su consumo como nunca antes se ha hecho. El petróleo caro y, dentro de poco, la escasez de gas y petróleo, van a ser un golpe mucho más duro que el cambio climático. Además, los dos se van a dejar sentir al mismo tiempo: dentro de una o dos décadas.

El fin del petróleo barato es una emergencia que amenaza directamente nuestro modo de vida actual, el nivel de desarrollo que hemos alcanzado y, más allá, la paz, la justicia y la solidaridad entre ciudadanos, pueblos y generaciones independientemente de su nacionalidad, estatus socio-económico o cualquier otra condición humana. Berdeak/Los Verdes no queremos ?ni podemos? continuar con esta dependencia del oro negro y con ella, de las multinacionales que lo controlan y de los regímenes dictatoriales que lo utilizan para mantenerse en el poder y negar a los ciudadanos ?y especialmente a las ciudadanas? las libertades sociales y políticas e incluso los derechos humanos más básicos. Es hora de tomar decisiones serias sobre nuestro futuro energético y cuestionar decididamente el sistema económico actual y la actuación de los partidos políticos tradicionales que nos lo imponen.

Hoy, muchos de ellos, sin importar su adscripción ideológica, se llenan la boca de ?participación ciudadana? cuando llevan años agarrados en el poder, controlando y promoviendo una sociedad petroleada. En este contexto el abrir ?consultas? para plantear nuevas fronteras en un mundo interconectado deja de ser prioritario ya que el más urgente reto del siglo XXI para el conjunto de la ciudadanía tiene un barniz ecológico y energético. En Occidente, más allá de nuestras disputas y reivindicaciones nacionales y territoriales, estamos vinculados por un gran lazo estructural y cultural que rige nuestras vidas y comportamientos: la energía barata que ha permitido desarrollar la sociedad industrial que todos compartimos.

En este marco donde el motor de petróleo resulta más determinante que el carné de identidad, tenemos que ser conscientes de la amenaza que el precio del petróleo y del gas supone para el futuro de todos y cada uno de nosotros. Si no hay energía barata, no habrá libertad ni autonomía individual o colectiva de cualquier tipo en cualquier parte de Europa. El derecho a decidir tan alabado ?o criticado, según por quién? se convertirá en una quimera más debido a nuestra dependencia a los caprichos de aquellos que controlen allá y administren aquí los últimos pozos de petróleo y los últimos depósitos de gas natural.

Por ello, existe una necesidad urgente de tomar decisiones compartidas sobre nuestro modelo energético, pilar de nuestro porvenir común. Ante el fin de la era del petróleo que amenaza las raíces de la civilización industrial, hará falta, de acuerdo con la moda de estos tiempos, otra ?hoja de ruta? ?esta sí, participativa? encaminada esta vez hacia la ?normalización energética?. Para acabar con la adicción al petróleo, este camino podría culminar con otra ?consulta?, para que los ciudadanos podamos decidir libremente, por lo menos a nivel local y europeo, qué tipo de futuro energético queremos y podemos ofrecernos. Estenuevo ?ciclo histórico? ?y que nos perdonen los juristas por las imperfecciones del planteamiento? es una puerta abierta a la esperanza para que las generaciones futuras disfruten de un mundo en paz. Cuando el petróleo se pone a cien, quizá sea hora de una energética consulta.

Pintando de verde los cultivos energéticos

¿Adónde va la agricultura? ¿Podemos alimentar a una población creciente y satisfacer la demanda de biocombustibles en el Norte Industrializado? Partidarios de la agricultura de biocombustibles, (compañías de granos y productos químicos, inversionistas de Wall Street, políticos y la mayoría de los investigadores en las Universidades) evitan mencionar el coste de los insumos, los combustibles fósiles, el daño al medio ambiente, el precio físico a pagar por animales y humanos, y el creciente problema de hambre que acompañará el paso de la producción de alimentos a los cultivos energéticos. Quieren que creamos que el cambio a cultivos energéticos será tan fácil y tan práctico.

Charles Grassley, senador por Iowa, EE.UU., nos dice que los "biocombustibles" darán renovada importancia a la agricultura como productor de energía así como alimentos y fibras. Será una situación en la que sólo se puede ganar, buena para la independencia energética de EE.UU., la prosperidad económica y para el entorno.

¿Salvará la producción de bioenergía a la agricultura estadounidense, terminará nuestra dependencia del petróleo, salvará el medioambiente y mantendrá alimentos sobre las mesas de todos? Tal vez no. Los biocombustibles no son la "vaca de dinero" que prometieron a los agricultores. Como fuente de energía son menos eficientes y no son "más verdes" que el petróleo. Su cultivo llevará al aumento de los precios de alimentos y como resultado, los pobres sufrirán aún más riesgo de pasar hambre. Selvas húmedas serán destruidas y se convertirán en tierras de cultivo, campesinos en todo el mundo seguirán perdiendo sus tierras, su soberanía alimentaria, todo para alimentar el apetito de combustible del mundo.

¿Pueden reemplazar los biocombustibles una cantidad importante de combustible fósil? Tal vez no sea así. Si hubiésemos dedicado en 2006 toda la producción de granos de EE.UU. a la producción de etanol, habríamos reemplazado sólo un 12% de la gasolina que usamos. Si hubiésemos plantado cada hectárea de tierra de cultivo en la nación con maíz habríamos reemplazado sólo un 80% de la gasolina que usamos. Si la Administración de Información de la Energía de EE.UU. tiene razón en sus cálculos y en 2030 EE.UU. fuera capaz de producir 700.000 barriles de etanol por día, habríamos logrado compensar aproximadamente un 6% de nuestras necesidades de combustible para el transporte.

¿Es etanol realmente un combustible renovable? Tal vez no lo sea. Un artículo en la revista Science en 2006 muestra que, sobre la base de investigadores de la Universidad de California Berkeley, sólo entre un 5% y un 26% de la energía en etanol es "renovable." El combustible fósil requerido para cultivar y procesar el etanol, negó en realidad la mayor parte de su valor energético.

¿Son realmente mejores para el medioambiente los biocombustibles? Tal vez no lo sean: Datos de la Universidad de Edimburgo muestran que los biocombustibles producen altos niveles de óxido nitroso, un gas invernadero 300 veces más potente que el CO2. En total pueden producir un 70% más de emisiones de gas invernadero que los combustibles fósiles.

¿Podremos producir niveles importantes de cultivos energéticos sin tener impacto en los suministros y precios de alimentos del mundo? Tal vez no. La producción de biocombustibles podría aumentar los precios de alimentos hasta entre un 20% y un 40% según el Instituto de Investigación de Política Alimentaria Internacional en Washington.

La producción de biocombustibles depende de miles de millones de dólares en subsidios gubernamentales en la forma de garantías de préstamos para la construcción de plantas de biocombustibles, exenciones de impuestos para biocombustibles y pagos directos a los agricultores. Un estudio de 2006 del Instituto Internacional por el Desarrollo Sostenible mostró un coste anual en subsidios de 1,05 a 1,38 dólares por galón de etanol producido, un total de 7.000 millones de dólares. ¿Cuánto estamos dispuestos a gastar y para qué?

Los biocombustibles son una estafa pintada de verde, una solución "para sentirse bien" de cara al fin del petróleo barato. Cuando se considera el sistema agrícola industrial que es necesario para su producción, los biocombustibles son cualquier cosa pero no sostenibles. Los costosos insumos de combustible, fertilizante y semillas biotecnológicas cuestionarán la rentabilidad de los agricultores del norte, mientras los agricultores campesinos seguirán siendo expulsados para crear sitio para los monocultivos de maíz, soya, caña de azúcar y palmas de aceite. Subirán los precios de alimentos, aumentarán el hambre y la pobreza y no estaremos más cerca de la independencia energética o de combustibles verdaderamente renovables.

Ahora, cuando el presidente y el Congreso nos han atrapado, mediante las Leyes de "Farm and Energy" en la producción en gran escala de cultivos energéticos y en la creencia de que podemos seguir viviendo, sin ser afectados, nuestras vidas como de costumbre, ¿qué debemos hacer? Necesitamos soluciones energéticas que funcionen, estándares duros para el uso de combustible en los vehículos, nuevos sistemas públicos de transporte, energías verdaderamente renovables como la energía eólica y solar y compromisos vinculantes con la conservación y el reciclaje, ahora, no con promesas poco realistas para el año 2030.

Así que, la próxima vez que conduzcamos al supermercado y nos quejemos por los precios elevados, y luego carguemos nuestro vehículo todo terreno con combustible flexible, ¿pensaremos en el 50% de la población del mundo que vive con menos de dos dólares al día? ¿Consideraremos siquiera que al caer en la estafa del biocombustible también nos apoderamos de su soberanía alimentaria y podríamos haberla condenado a muerte?